Cinco puntos para
una gestión del cambio
¿Hay cambio en su organización?
¿Está
estresado/a por ese cambio?
¿No
sabes qué hacer?
Ciertamente que el
devenir está en constante evolución, que
la vida
es dinámica y que todo se transforma; no obstante, esta característica de la
vida exige de nosotros el
desarrollo de competencias como
la flexibilidad, capacidad de adaptación y de
gestionar el cambio; las cuales
nos permiten afrontar procesos de transformación,
ya sea que provengan de nuestra iniciativa
o que nos sobrevengan de otros.
Ante
esta situación vale preguntarse ¿Qué debemos
tener presente para afrontar un proceso de cambio en una organización?
Al
reflexionar de forma concreta lo que implica el cambio para
una organización, y por ende
para quienes la conforman, es importante el análisis de diversos aspectos que entran en juego en un proceso de cambio,
de manera que siendo conscientes de su
incidencia y comprendiendo cómo operan, encontremos medios prácticos que nos
ayuden a afrontan con mayor efectividad
un proceso de cambio. Para ello, se tendrán presente las siguientes acciones:
1. Identificar
las fuerzas que generan el cambio.
En primera instancia es importante
comprender que todo cambio está precedido por una serie de indicadores o fuerzas que lo
generan ya sea que provengan de su
exterior como por ejemplo aspectos demográficos,
procesos tecnológicos, presiones sociales o políticas; o que provengan de su interior por
situaciones como: decisiones de
los directivos, problemas en los
recursos humanos o exigencias de procesos
internos. Estas fuerzas
son la causa del cambio; por ende, suscitan un efecto, de ellas surge la
transformación y por eso hay que identificarlas no para resistirlas inútilmente, sino para saber qué
respuesta dar a lo que esa
fuerza está exigiendo de la organización,
hay que verla como una oportunidad o un motor de transformación,
evolución y desarrollo.
2.
Identificar las resistencias. Como reacción a toda fuerza
generadora de cambio surge
una acción reactiva denominada resistencia que puede surgir de manera individual desde un nivel psicológico
por el temor a no tener las capacidades para afrontar
el cambio, o de incertidumbre ante
el efecto que generará al estatus lo
resultados de dicho cambio. Otra forma de
resistencia es la denominada resistencia utilitarista pues ante
los beneficios que ya se
tienes por haber alcanzado a una zona de
confort e instalación, surge la pregunta
sobre qué se va a perder, de
qué manera habrá beneficio o perjuicio a partir de lo nuevo.
Una tercera
forma de reacción de modo individual surge con la resistencia
cínica que es un modo de resistencia
intencionada y la más compleja de manejar ya que quien se
resiste no abre las posibilidades
siquiera a las razones del cambio,
motivado por experiencias negativas en
su historia personal, de donde
le surgen creencias para actuar
de esa manera.
De igual manera, en un sentido
colectivo se presentan fuerzas de
resistencia como la inercia que implica
una tendencia a que todo permanezca como está, en ese mismo
sentido se da la
estanqueidad que consiste en dejar fuera
del proceso una parte de la estructura
sometida al cambio. Es muy común encontrar en el colectivo la inercia de equipo en la
cual un grupo hace una presión a
quien está afrontando el cambio, y finalmente encontramos resistencia de
amenaza, ya sea a las habilidad de otros
o las relaciones de poder.
3.
Identificar los roles que intervendrán en el proceso. En
todo proceso de cambio organizacional
hay que identificar en primer lugar, un agente quien tiene la tarea
de organizar y gestionar todo el proceso
(planea, ejecuta, controla y evalúa) es la persona visible que
afronta y lidera, este
agente cuenta con un padrino, persona con prestigio, influencia y poder
que respalda las
decisiones; como también con un experto,
persona de referencia para los
aspectos técnicos quien ayuda a resolver
situaciones concretas; finalmente
están los adeptos, es decir las
personas sobre quienes recaen los efectos
del cambio, son quienes aceptan o
rechazan.
4.
Dar tratamiento a las
resistencias. Quizás
la resistencia al cambio sea la parte
más compleja del proceso ya que implica una gran capacidad para
saberla manejar y puede generar el mayor desgaste emocional. Por ende es fundamental tener presente:
·
Informar
de las fases y estado final al que conducirá el cambio,
así se reduce la resistencia
psicológica de incertidumbre.
·
Informar
sobre las necesidades de aplicar dicho
cambio lo que reduce la resistencia utilitarista.
·
Formar,
capacitar a quienes lo necesiten,
de esta manera se reduce la resistencia psicología de quienes se angustian porque no saben cómo
hacer lo nuevo y dudan sobre sus capacidades.
·
Motivar.
Con motivación se reduce la resistencia utilitarista de quien está
pensando que beneficios obtendrá.
·
Dar
participación. Vincular a los adeptos en el diseño del cambio, lo que
los hará sentirse parte del proceso y no verlo como algo que se
les impone, lo sentirán más propio.
·
Remarcar
los éxitos de cambios anteriores y destacar los logros que se
vayan alcanzando en el proceso actual. De esa manera se reduce la actuación del sínico y se da confianza a los participantes.
5.
Hacer seguimiento. Implica hacer ajustes y correcciones, es decir intervenir
mediante el feedback oportuno, hacer reconocimiento público a quienes están
contribuyendo de forma positiva, brindar ayudas personalizadas a los que no
están cumpliendo las nuevas directrices, examinar de manera sincera para saber si el proceso van bien o mal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario