“No me duelen los actos
de la gente mala, me duele la indiferencia de la gente buena…”
(Martín Luther king)
Lucas 16, 19-31
INDIFERENCIA, LA PUERTA ENTRE
EL CONFORT Y LA MISERIA
Una
vez más
nos volvemos a encontrar
la interpelación de Jesús, a través de sus
parábolas, sobre la incompatibilidad entre el seguimiento a él
y el servicio a las riquezas o a los bienes materiales. Como en
todas sus parábolas expone un rasgo o característica del reino de
Dios.
La
consecuencia inmediata del apego a los
bienes y servicio a las
riquezas materiales es el olvido de las
mínimas relaciones de justicia
y de la finalidad de la misma vida (las relaciones). El servicio
a la
riqueza se convierte en esclavitud a la misma a tal punto que se pierde la sensibilidad por el que sufre y se pierde
además, el sentido y la finalidad de la misma existencia humana. (Comentario de
la Biblia de nuestro pueblo por Luis
Alonso Schörkel).
En
su contexto original, la parábola
está dirigida a los
fariseos, amigos del dinero, quienes
al escuchar a Jesús hablar sobre
la renuncia a las riquezas, se burlaron
de él. A ellos les dirige esta parábola,
que pretende advertirles que la riqueza no solamente no salva (no da vida) sino
que frustra total y definitivamente al ser humano. (comentarios bíblicos del P.
Adalberto Sierra)
ASPECTOS PARA TENER
PRESENTE.
Los
dos personajes, rico y pobre, representan dos formas
de vivir, en situaciones de vida y
relación con Dios totalmente diferentes.
Tienen como punto de encuentro la muerte, aunque la experimenten en realidades diversas, uno es sepultado de manera simple y el otro es
llevado al cielo por los ángeles. Ahora las
condiciones cambian a ser favorables para el pobre y desfavorables para
el rico, lo que demuestra que las
riquezas no garantizan la salvación.
1. El
hombre rico. Es un personaje representativo, no tiene nombre, en tal caso
identifica a los dirigentes del pueblo y se abre la posibilidad de que
todo aquel que escuche a Jesús se sienta interpelado. El rico es un hombre
ostentoso en su forma de vestir suntuosa y en sus banquetes, se
jacta en su fortuna material, intelectual y religiosa; movido por
una actitud de indiferencia
ante el pobre que está a su lado a quien no es capaz
de ver. Este rico en
realidad es un pobre ante
Dios. La parábola lo describe
solitario, acompañado únicamente de sus muchos bienes y su despilfarro.
2. El
hombre pobre. Identificado
con el nombre de “Lázaro” que significa “Dios
ayuda”, corresponde a los desprotegidos, despojados y carentes de los recursos
materiales y de lo necesario para vivir
dignamente. Es el miserable que han sido conducido a esa
condición de vida por
los dirigentes del pueblo. No obstante, amado por Dios. A diferencia
del rico que vestía suntuosamente, Lázaro está cubierto de
llagas, no en el sentido de impureza, sino que ha sido herido
por el injusto dinero, por la idolatría
al dinero, para que maldiga al Dios
verdadero. (P. Adalberto Sierra)
3. La
puerta de la casa del rico. Lugar que genera la miseria donde se encuentra
el pobre y aclama justicia,
lugar de la postración del necesitado,
es a la vez la barrera entre el pobre y
el rico, frontera que los separa, impide
la visibilidad del rico al pobre, fruto de la indolencia
e indiferencia; es decir, ese lugar siempre será la causa
de la miseria y mientras el rico persista en su actitud de indiferencia, el pobre está condenado
a vivir en la misma condición.
La indiferencia es tan grande que los
perros (paganos o seres irracionales) que rodean a Lázaro tienen mayor compasión
por él, que los dirigentes judíos que se consideran cumplidores de la ley.
4. La
condena y la salvación.
Las palabras de Jesús reflejan un
sentido futuro “la muerte” y la “resurrección”
peor a la vez es una interpelación que conjuga el ya
pero todavía no de una visión escatológica.
Pues el efecto de la parábola ha de generar
reacción en los oyentes, de manera que puedan
hacer enmienda de sus
vidas y cambien su indiferencia ante la
condición desfavorable de los
que sufren.
“La
verdad de nuestro texto se puede interpretar igualmente sobre un horizonte de <profundidad
en el presente>. No se trata de esperar
el mañana de la llegada de Dios <o de la muerte> lo que importa
es que nuestra vida
se ajuste a las exigencias
de Dios <y Jesús> que está presente en ella. El fin del mundo no
es, por tanto, ningún tipo de mañana; es
el saber que somos limitados, nos hallamos internamente abiertos hacia Dios y nos podemos encerrar en nuestra
propia realidad de muerte (en el pecado)”.
(Comentarios a la Biblia litúrgica)
5. La
petición del rico. Al
pedir que sea enviado Lázaro a su
familia (que vive la misma indiferencia)
denota la manera como este requiere de un acto extraordinario para la conversión y
salvación; además considera que merecen
un trato especial los del grupo de
las autoridades religiosas. No ve
la oportunidad de enmienda en el amor a la humanidad y la práctica
de la justicia.
ENSEÑANZAS.
1.
La
Parábola es una oportunidad para
interpelar nuestra inconciencia y
ceguera, ante el sufrimiento y la necesidad de quienes
están a nuestro lado. Pues el sentirnos separados de su realidad (miseria
o sufrimiento) por la puerta de la indiferencia y el deleite de nuestra
vida de confort; no nos permite poner en
práctica la misericordia y la compasión.
En este sentido no basta pensar solo en los
que sufren por carencias materiales, sino todo aquel que experimenta
alguna situación de dolor y sufrimiento.
2.
No
solo encarna el papel del rico del evangelio todo aquel que vive en la
abundancia de los bienes materiales, que despoja egoístamente a los demás de lo que tienen o explota miserablemente
al débil; sino, todo aquel que actúa con indiferencia ante la necesidad de quien está
a su lado.
3.
La
salvación o condenación de nuestra vida,
la comenzamos a experimentar desde el aquí y ahora de nuestra existencia. Como
el rico del evangelio, podemos llevar
una vida de derroche y abundancia de bienes, pero sumergidos en la soledad, la carencia del calor humano y la usencia del amor
de Dios, de manera que terminamos siendo tan pobres, tan pobres, que lo único que
tenemos son bienes materiales. En la soledad y agonía de ambicionar y cuidar
los bienes, comienza la experiencia de condenación.
4.
Cada
persona que Dios pone en nuestro camino
es una oportunidad para construir
nuestra salvación a través del amor a la humanidad, la vivencia de la justicia y la puesta en
práctica de la caridad; de manera que no
necesitamos pedir señales extraordinarias para nuestra conversión y
salvación.
5.
Es
una pena, que muchas veces encontremos mayores
gestos de misericordia y solidaridad
con la humanidad, en personas que no profesan ser
creyentes, que aquellos que nos
ufanamos de ser cristianos o creyentes
en Dios.
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