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y cada día que pasa un avanzar.

jueves, 10 de octubre de 2013

Reflexionando desde la poesía: QUE DIFÍCIL ES SEGUIRTE


Seguirte  Señor  es  entregarte el corazón y  darte la  razón,
es  dejarse  vaciar  para ser llenado  de  tu amor...
(joredo)

QUE DIFÍCIL ES  SEGUIRTE




Con facilidad podemos ufanarnos  al decir que somos hombre o mujeres  de Dios; es decir, llamarnos  discípulos o seguidores del Señor. No  obstante, no menos común es  que  carezca  de sentido semántico dicha expresión.   

Cuando digo  carecer  de sentido  semántico, abordo la  brecha de ignorancia que nos  ciega e impide comprender  lo que implica ser un  discípulo de  Dios.  Realidad que va más  allá de haber registrado nuestro nombre en un libro de inscripción, de usar un distintivo y participar  de una  celebración.  Ser discípulo comienza por ponernos  en pie  para emprender  una aventura de lucha  interior, la aventura de  soltar la rama,  de vencer el ego y confiarnos en las  manos  de ese ser  supremo que  rebasa nuestras propias imágenes de  dios.

Como  en dos  caras  de una misma moneda  se vive la experiencia de  seguimiento a Dios, por un lado una experiencia difícil de lucha interior, de dolores y  lágrimas, de caídas  y tristezas y  hasta  de reproches  y rebeldías;  y  después de tanta lucha,  tan solo voltear  la  moneda  para encontrar un camino de  esperanza, de bondades y manifestaciones  del amor de Dios. 

Como en San Pablo, se vive la experiencia de uan fuerza dinámica en uan dialéctica interior de   bien y mal, de  miedo y amor, de duda y confianza, de carne y espíritu. De ahí que  como el Apóstol podamos decir muchas veces: " Porque no hago el bien que quiero; mas el mal que no quiero, este hago. si hago lo que no quiero, ya no obro yo, sino el mal que mora en mí. Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: Que el mal está en mí.  Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios: Mas veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi espíritu, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros.  ¡Miserable hombre de mí! ¿quién me librará del cuerpo de esta muerte?  Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, mas con la carne a la ley del pecado". (Rm 7, 19-25)

Quizás lo difícil no resida tanto en seguir  al Señor, sino en dejar  de seguirnos  a nosotros mismos, romper  el espejismo del engaño  de nuestro  ego, para convencernos que aquello que  soltamos no  vale  tanto  como lo que  él nos  puede  dar, convencernos que podemos vaciar  la  barca y no  quedará  vacía, atrevernos a vencer  el miedo  de remar  mar adentro, de  soltar  la orilla  de nuestras  seguridades, despegarnos  de la tierra  firme de nuestros  ideales para adéntranos  a  la  experiencia de una nueva  forma  de vivir, caminando sobre  el agua sin hundir, tirando  la red confiados que siempre abra algo  que  pescar y que si algún día   la  red sale  vacía es  porque ya no será necesario algo que sacar.  

En eta  ocasión quiero compartir  un escrito de mi autoría en el cual a través un leguaje  metafórico expreso esas dos  partes que complementan nuestra experiencia de seguimiento a  Dios; donde  reconozco  que  no es  fácil esa lucha interior de abandonar los  apegos, las  seguridades  terrenales, los  impulsos  y deseos, pero que  cuando se logra vencer  se encuentra  un camino de  regocijo, de esperanza y de prosperidad.  

Juega  en esta  experiencia  un papel  fundamental  la confianza en Dios, reflejado en ese vaciar las arcas y en el  dejarse  en sus  manos,  para experimentar todo lo que él  tiene para nuestras vidas  y terminar  reconociendo que seguirlo a  él es  la mejor opción.


QUE  DIFIL ES  SEGUIRTE  

Seguirte  Señor  es  entregarte el corazón y  darte la  razón,
es  dejarse  vaciar  para ser llenado  de  tu amor,
es  sentir  el dolor  de  desprenderse  de las  quimeras
que nos   trazan  un  itinerario al que le  hemos  entregado el  corazón.

Seguirte  Señor, es  sentir  el aguijón
del  sabor  y  sin sabor  de  nuestro  existir,
es  sentir la  lucha  interior  de  un león  y un   ave  rapaz
en la  que  se  debate   nuestro  deseo  y  tu  exigente  opción.

Seguir  tu  CAMINO es  experimentar  la  confianza 
que nos conduce  por  los  senderos de la duda   y la  seguridad;
duda,   de  dejarlo todo  por  ti  y,
seguridad  de  saber  que  a tu lado  seremos felices.

Hoy  como   niño  que  se  apacienta  en los brazos  de  su madre,
te  entrego mis  temores  y   fragilidad,
para sentir   cómo por   tu  gracia  y tu  poder
descubro en mi  vida el  baluarte  de  tu amor.

Todo quiero entregarte   Señor, 
dejar las  barcas  de  mis  recuerdos,
  vaciar  las  arcas de  mis apegos, 
 orgullos,  prepotencia y  rencor,
todo  quiero darte 
  y  sentir  la  alegría  de  saber 
que seguirte  a  ti:
Fue, 
es y  será 
  mi  mejor  opción.

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