COMPARTIENDO CONOCIMIENTO





La vida es un caminar...
y cada día que pasa un avanzar.

lunes, 28 de diciembre de 2015

Formación y desarrollo: MIRADA CON VISIÓN MÁS QUE VER TRASCENDER.

“Visión es  ver con el ojo de la mente lo que es posible en las personas, en los proyectos en las causas y en las empresas. La visión se  produce cuando nuestra mente relaciona posibilidad y necesidad”.
(Stephen Covey)



Mirar con visión: más  que ver es trascender.

Desde que  comencé a despertar interés y a leer la historia de algunas personas de éxito en la vida, empecé a encontrar  una actitud que les caracteriza en su manera  de mirar el mundo; es  decir, su capacidad de tener una visión transformadora, una  visión que penetra  la  realidad y les permite  mirar mucho más de lo que ve  el resto de la humanidad.

Jesús  el más grande  líder en la historia  de la  humanidad reflejaba su actitud  visionaria en su misión y manera de relacionarse con las personas, lo cual le permitió ver en hombres sencillos como Pedro, Santiago y Andrés más que hombres rústicos y pescadores, hombres líderes claves para el desarrollo de  su misión; en los pobres y pecadores  no vio la pobreza y el pecado, sino una oportunidad de  salvar, sanar y restaurar  la  vida  de aquellas personas para cumplir su misión y glorificar a quien lo había  enviado; de ahí que decía: “No he venido a  buscar justos y sanos  sino pecadores y enfermos”.

Dicen del gran escultor Italiano Miguel Ángel Buonarotti que cuando tomaba en sus  manos  un bloque  de mármol, él no  veía lo mismo que  el resto de las personas; mientras  los  demás  veían un simple bloque  de mármol; el veía una  escultura que ya  estaba en su mente  y lo único que tenía que hacer  era quitarle  las partes de mármol  que le   sobraban para que esta saliera  a los ojos de la humanidad.

En tal sentido, en eso consiste una  mirada  con visión, en ver no lo que  los  ojos  físico nos permiten mirar; sino,  descubrir  lo que está mucho más  allá de la realidad inmanente para descubrir  lo que  otros no han visto en la realidad trascendente.

Cuando tenemos una mirada que trasciende centramos nuestras energías como Jesús en el propósito y cumplimiento de la  misión;  o  como Miguel Ángel  en la escultura y no en el desecho que impide que esta salga a  relucir. En el camino siempre encontraremos los opositores de la misión o los residuos y sobrantes que impiden ver la  escultura que ya tenemos en nuestra mente.

La actitud de ser visionario está fundamentada en el principio de la creación que nos  dice  que  toda realidad material es  creada dos veces, primero en la mente en el mundo de las ideas y luego en el mundo material. Conectados con el propósito y la visión surge la acción que materializa lo que ya  ha sido creado en la mente.

Una mirada  con visión es  lo que  permite  al  empresario ver en un problema una  oportunidad  de negocio, al científico un proyecto de investigación, al artista una  obra de arte, al creyente una oportunidad de elevar una plegaria al creador.

En mi experiencia personal he podido comprender que tener una visión es lo que me permite ver que mi trabajo y negocio  es mucho más que simples  productos,  servicios y clientes; tener una mirada con visión me permite ver una manera de agradar al creador, ver sueños  hechos realidad,  ver el bien que  realizo a  la  humanidad con mi proyecto, ver la  sonrisa que puedo sacar del rostro de un niño o la mirada alegre de una personas que ha mejorado su calidad de  vida.

He entendido entonces que un mundo lleno de problemas, con cambios de paradigmas y circunstancias difíciles de las cuales nos sentimos asustados, necesita hombres y mujeres con miradas de visión capaces de  emprender proyectos transformadores, hombres y mujeres con visión para ponerse grandes metas y luchar por ellas, para ser verdaderos  líderes capaces de influenciar su entorno generando cambios de mentalidad  que conlleven a  la humanidad a sentirse responsable de su porvenir para dejar de quejarse y sentirse victimas de su destino. 

miércoles, 23 de diciembre de 2015

Formación y desarrollo: BASTA UN POCO DE HUMILDAD PARA APRENDER DE LOS DEMÁS.

“Nunca he encontrado una persona tan ignorante de la que no pueda aprender algo”.
(Galileo Galilei)




Basta un poco de humildad para aprender de los demás.

El aprendizaje  es un proceso  continuo en el que todos  los  días  podemos aprender y por ende crecer de manera integral ya sea para ser  más  productivos en el trabajo, para desarrollar mejor nuestro nivel de liderazgo  como para incrementar nuestra capacidad de  relacionarnos con las  demás personas.

Todos necesitamos  aprender ya que no somos perfectos sino perfectibles en cuanto  estamos en permanente proceso de  perfeccionar cada área de nuestra vida. El conocimiento y el aprendizaje es un proceso dinámico que  está en constante movimiento; notros aprendemos  de otros y  otros aprenden de nosotros, por eso cada situación de la vida es una  gran oportunidad para aprender algo de  otras personas. En mi proceso de crecimiento personal he tenido la  fortuna de conocer y relacionarme con  personas que teniendo mayor conocimientos y experiencias que yo, en diversas áreas de la vida, reflejan una actitud y disposición para aprender algo de mí, gesto de humildad que a su vez genera en mí un efecto búmeran, ya que me incita  de forma instantánea,  al deseo e interés por  aprender mucho más de ellas.

En tal sentido, es fundamental tener una actitud de  humildad que nos permita aprender  de los demás, aun de  aquellas personas que  erróneamente  podamos considerar que  no tienen nada que enseñarnos. Estar abiertos al aprendizaje siendo capaces de escuchar con atención a los demás, tener la  capacidad  de recibir  consejo,  retroalimentación o una  sugerencia,  es el reflejo de una  verdadera  actitud de aprendizaje.

Muchas veces sentimos temor de aprender de otros porque creemos que nos haremos vulnerables y por ende vamos  a perder  prestigio o estatus, nos cerramos a  la posibilidad de aprender  de otras personas porque nos consideramos sabios olvidando que el  sabio no es el que  cree que  lo sabe  todo, sino aquel que aumenta cada  día  su sabiduría en la escuela  de la vida, es el que  ha desarrollado el arte  de  vivir aprendiendo de  todos  los  que lo rodena; por  eso la persona sabia es humilde, está en permanente  crecimiento y con su actitud siempre  enseña  a los que lo rodean.

Al  contrario del hombre sabio, el soberbio considera que lo sabe todo, se cierra a la  posibilidad de  aprender  de los  demás y  por ende se cierra  a la posibilidad de crecer y aprender más.

Que importante es preguntarnos cada noche al finalizar  nuestra jornada ¿Qué  he aprendido hoy? ¿Qué personas me han dejado un aprendizaje para mi vida? Hacernos estas preguntas nos ayuda a hacer de la  vida una verdadera  escuela de aprendizaje y crecimiento.



sábado, 12 de diciembre de 2015

Formación y desarrollo: NO PONGA SU FOCO EN EL NO. ENFÓQUESE EN LA META.



“El modo de  dar  una vez en el clavo es dar  cien veces  en la herradura”.
(Miguel de Unamuno)



No ponga su foco en el NO, enfóquese en la meta. 

Alcanzar  las  metas que nos hemos establecido para cumplir nuestra visión es  un proceso que requiere  de tiempo y perseverancia. El tiempo de dicho proceso puede  ser corto como también  muy largo, hasta toda una vida, todo depende de nuestra motivación y compromiso con las metas y la acción; por eso, tan importante  como establecer un plan adecuado  y actuar, es tener resistencia al NO; ya que cuando esta  falla disminuye  la acción y se pierde el propósito. 

En tal  sentido, nuestra perseverancia será  tan fuerte como tan fuerte  sea nuestra  resistencia al rechazo. Cuando la resistencia al rechazo aumenta este disminuye; mantenerse en la lucha  sin darse  por  vencido es esencial  para  alcanzar  el éxito de nuestra  visión. Cada  vez  que alguien nos  dice NO; entes que entristecernos hemos de  pensar que ya estamos más  cerca del SÍ, pues cada NO que  superamos es una barrera menos en nuestro camino. 

Por  la naturaleza de nuestro  cerebro reptiliano que nos preserva  del  peligro,  el NO  de  los  demás  es  recibido como una amenaza que atenta contra notros, de modo que una  reacción muy común es huir. Es decir que si alguien nos  dice NO abandonamos nuestras metas, dejamos las  cosas tiradas y no continuamos. Sin embargo; nuestro cerebro en un nivel superior también tiene  la  capacidad de tomar  una decisión diferente y nos permite analizar, transformar, desechar o buscar nuevas alternativas ante  cualquier obstáculo que se nos presenta en la  vida. La cuestión consiste en no reaccionar con el nivel más básico de nuestro cerebro sino trascender  cada  situación y responder con un nivel superior.

Necesitamos entender que  realizar  nuestra misión y avanzar hacia la consecución de nuestra visión implica afrontar una serie  de resistencias, rechazos y fracasos que  se manifiestan en formas de NO provenientes de las  personas y situaciones  que  encontramos en nuestro camino.

Que interesante  es mirar  la historia y darse cuenta que todas las personas que  han llegado  al éxito en la vida dejando una huella en el mundo del arte, la  ciencia, la  literatura, los negocios, la fe y muchos  otros  campos  de la vida y  la sociedad;  tuvieron que  afrontar el NO que  se anteponía a sus sueños. El más  grande  líder  en la historia  de la Humanidad, Jesús de Nazaret, consiente de  esta realidad, y habiéndola vivido él mismo,  preparó a  sus  discípulos para que afrontaran el rechazo en el ejercicio de su liderazgo diciéndoles: “ Y si alguno no os  recibe, ni oyere vuestras palabras, salid de aquella casa o ciudad, y sacudid el polvo de vuestros pies”. Jesús sabía  que no todas aquellas personas a quienes se iban a dirigir sus  discípulos estarían  dispuestos a escucharlos y a recibirlos.  


Por ende, para salir de la tendencia a estar  lamentándonos y  frustrados por los obstáculos que se nos presentan en la  vida es clave  entender que  el NO es  parte  del proceso que hemos de recorrer en el cumplimiento de nuestra visión; lo cual implica quitar el enfoque del NO que nos han dado para concentrar más bien  la mirada en nuestras metas y  visión; es ahí  donde debemos mantener nuestra mirada llenándonos de fuerza para seguir actuando. 

lunes, 7 de diciembre de 2015

Formación y desarrolo: LA MIRADA 10/90: UN PROBLEMA DE VISIÓN QUE VA MÁS ALLÁ DE LOS OJOS.


“Todo depende  de  los  ojos con que se mire”


(Eduardo Punsent)



La mirada 10/90:  un problema  de  visión que  va más  allá  de  los  ojos. 


Muchas personas en la vida hemos  experimentado que al  hacer algo nos hemos  equivocado  en  un punto de lo que teníamos que hacer; de  manera  que  el  10% quedó  por mejorar y el  90% lo realizamos  bien; sin embargo la reacción de  nuestro conyugue, compañero de trabajo, jefe, amigo  o líder  espiritual es de crítica  centrada en  el 10% por  mejorar, olvidando el 90% que realizamos bien; lo que termina generando  en nosotros una  sensación de frustración o malestar; especialmente cuando esta situación es reiterativa.

Esa  tendencia a  enfocarse  en lo negativo, o en las  debilidades  de los  demás, ignorando la otra parte positiva es lo que yo he denominado la  mirada 10/90; actitud  que manifiesta  un excesivo  perfeccionismo o una exigencia intolerante hacia las  fallas  de los demás;  centrándonos  solo en lo que no está bien e ignorando  todo lo bueno que  la  otra persona  ha  realizado.

Podemos  comprobar que  cuando somos vistos y tratados  con la mirada 10/90  experimentamos una  sensación de  frustración y molestia; por  ello; conocedores  de lo desagradable que  es  ser analizados  solo por  lo  negativo,  lo primero que  hemos  de  hacer es comenzar  a cambiar nuestra mirada a una mirada 90/10; es  decir mayor  concentración en lo positivo que  en la falencia; en consecuencia comencemos  por cambiar nuestra mirada si queremos que los demás la cambien con nosotros, pues  al respecto decía Jésús: “Así que, todas las  cosas que  queráis  que  los hombres  hagan con vosotros, así también vosotros haced  con ellos; porque  esto es  la  ley  y  los  profetas”.

Dice  Pablo en la  carta  a los Filipenses: “Nada  hagáis  por contienda o por vanagloria, antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores  a sí mismos”. En tal sentido es necesario esforzarnos por aprender a dar adecuada retroalimentación a los  demás, lo cual implica tener como base el amor, la humildad y la estima; tratando al otro con afabilidad de modo que manifestemos misericordia y busquemos su bien y crecimiento integral; pues este es el fin de la  corrección fraterna; antes que  hundir al otro  en sus  debilidades se trata  de ganarlo.

Fundamentados en la humildad  y el amor; una manera  de dar retroalimentación es comenzar  diciendo algo  bueno  de la  otra persona, para después hacer  énfasis con precisión y claridad  en lo que hay que mejorar, o en la  falla,  terminando siempre  con un aspecto positivo y una  recomendación; así la  otra persona no sentirá  que  se  le ha llamado para atacarlo y  la  conversación terminará  con una emoción positiva.

Cuando nos centramos excesivamente en lo negativo de la  otra persona es importante analizarnos a nosotros mismos, ya que  dicía también Jesús: “De la  abundancia  del corazón habla la  boca”; en tal sentido nuestras expresiones, palabras y actitudes son el reflejo  de aquello que hay en nuestro  corazón y que muchas veces nos cuesta aceptar,  y por ello terminamos rechazándolo en las  otras personas; nos  centramos en la  paja  del ojo  de la  otra persona para no analizar  la  viga  que  hay  en el  nuestro. En términos  de la  psicología, el psicólogo Carl Jung lo denominaba la sombra que  actúa  en el inconsciente y que  se  refleja mediante la culpa en la cual  rechazamos en los  demás  aquello que no aceptamos en nosotros mismos.

Es necesario que nos esforcemos por cambiar nuestra manera de ver a los demás; si cambiamos  el lente cambiamos la  percepción que tenemos de la otra persona, cambiamos  nuestros juicios sobre  sus  acciones y por ende nuestra manera  de relacionarnos  con ella. 

domingo, 31 de mayo de 2015

FORMACIÓN Y DESARROLLO: ¿Víctima o responsable?

“La idea de asumir responsabilidad y hacerlo, hacer que suceda, encierra un gran poder”.
(Stephen Covey)



¿Víctima o  responsable?

Es  verdad  que  en muchas  ocasiones la  vida parece  conspirar  contra nosotros; la  adversidad  llegan  a  nuestra  casa  como  nuestra única  invitada, sentimos   que  los demás  quieren oponerse  a nosotros y  nos  hacen infelices, que las  demás personas y las  circunstancias  externas  son las  responsables  de que nuestra  vida  sea  fracasada. De  ahí  expresiones como: estoy  así  por  culpa  de…; tú eres  el culpable  de que yo…estas y muchas otras  expresiones  son el reflejo de nuestra manera  de pensar que la  infelicidad es por culpa  de  otras  personas,  y  las circunstancias que  nos  rodean.

Frente  a  la  realidad podemos  situarnos  desde  dos perspectivas  que son como  dos  tipos  de  lentes  con los  cuales podemos ver la  vida  de maneras  distintas.   La forma como veamos la vida  nos permite entender que  el  agua caliente  que endurece un huevo, es  el mismo agua  que  ablanda  una  zanahoria. En tal sentido, ante la  vida y sus  circunstancias podemos  sentirnos   víctimas o podemos  sentirnos   responsables. Ver  la vida  con los lentes  del victimización o ver la  vida con los lentes  de la  responsabilidad.

¿Qué  implica  afrontar la  vida  desde la  responsabilidad  y  no  desde el  victimización?
Para  responder  a  esta  importante  pregunta,   tendré  presente  algunos  aportes   y reflexiones desde  la  psicología, la  espiritualidad y la  filosofía entre muchas otras  disciplinas  que  buscan entender  el  comportamiento humano y  la  vida.

1.    No se  trata  de  que  no duela  la  realidad adversa, se  trata  de lo que hacemos  con el dolor, cómo reaccionamos  y  qué  hacemos  para  superar el dolor.

Encontrarse en medio de  situaciones adversas, enfrentar el  ataque  de una  persona  que  quiere  lastimarnos, experimentar las vicisitudes  de la  vida; son situaciones  que  dentro de un proceso normal suscitan  dolor o tristeza. Para no sentirlo  tendríamos que  ser maquinas  sin emociones ni sentimientos. La  clave de este proceso está en la  reacción que  cada persona puede  tomar para no dejarse hundir  por  el  dolor, para identificar  las oportunidades que  esa  situación trae consigo, para  buscar  el apoyo espiritual y humano  que le ayuden a superar  el dolor.

 En ese  espacio que  hay  entre  la  emoción, suscitada por un estímulo, y  la  reacción, es donde  entra  la responsabilidad, es  ahí donde  el ser humano  tiene la posibilidad  de  elegir cómo reaccionar, cómo seguir sintiéndose; elige  si se queda  con el dolor, si guarda  un resentimiento, si  guarda  odio o tristeza. Esto es lo  que  Víctor Frank llama  la libertad  última  del hombre.

2.    Mirar  la vida  desde el  amor y no desde  el  miedo. Cuando miramos  la  vida  desde  el amor vemos el mundo diferente; vemos el universo  lleno de oportunidades  y de bendiciones, miramos  el mundo  con abundancia, nos sentimos  responsables  de  construir, de servir, de contribuir  y de  compartir. Sentimos  que  el mundo no es  perfecto pero nos sentimos     responsables  de  contribuir  a su  transformación, somos conscientes que Dios nos  hizo administradores  de la  creación y nos dotó de  capacidades para  administrar y ser cocreadores  con responsabilidad.

Por el contrario,  cuando miramos  el mundo desde el miedo sentimos  que somos  víctimas  de las  desdichas, que nada  es suficiente, que  todo es  escaso, que  el otro es  un enemigo que  viene  en mi ataque, que  merecemos  que  todo esté  a nuestro favor y sí no es  así entonces somos  víctima de un mundo que confluye contra nosotros, por  eso nos  escondemos, nos paralizamos, somos reactivos  para  defendernos del que nos  ataca, o  sencillamente nos  sometemos  a las  circunstancias  de la vida porque  el mundo es  así  y nosotros somos  sus víctimas, condenamos a  vivir  sometidos.

3.    Ser proactivo  y no reactivo. La  carencia  de proactividad es en muchas  ocasiones   la  causa  de las  desdichas  de nuestra  vida, por  ello  quienes son   proactivos  son capaces   de  transformar  su  entorno,  de influir  sobre  los  que están a su lado  para  conllevarles  a  cambiar  todo aquello que les   afecta negativamente, la  proactividad anticipa la  dicha  y previene  la desdicha,  conduce  a una actitud  optimista frente  a la  vida buscando las oportunidades aun en las circunstancias más adversas.  Ser  proactivo es  ser  responsable es sentirse parte  del cambio, es sentirse comprometido con el  bien y  responsable  ante  el mal.

 Por  su parte la reactividad  conlleva a esperar  que  todo venga del  exterior,  conduce  a la  permanente  queja ante la  adversidad, quien es  reactivo  no mira las  vicisitudes  como  un reto,  sino  como una  injusticia que le hace    sentirse  víctima para permanecer pasivo  ante  el entorno.


En  sí  ser  víctima  o ser  responsable  es  una  elección humana. Ser  responsable es una  decisión de la persona  que  es  capaz  de  multiplicar  el  talento recibido por dios  sin llegar a  enterrarlo por  no  haber  recibido  diez, es multiplicar  el  talento recibido  haciendo de la  situación una  oportunidad  de  crecimiento, de  madurez y de  aprendizaje. 

miércoles, 20 de mayo de 2015

Formación y desarrollo: NO SUPONGA, PREGUNTE Y DIGA PARA QUE SE COMUNIQUE MEJOR.

“ Desconfío de la incomunicabilidad; es la fuente de toda violencia”.
(Jean Paul Sartre)

No suponga, pregunte y diga  para que  se  comunique mejor.



Dar  por  supuesto lo que  la otra persona está  pensando,  lo que va  hacer  o lo que  está  sintiendo es  la  causa  de muchos conflictos  en las  relaciones interpersonales; comportamiento  que  conducen  a  interminables  discusiones, a equivocaciones en la  toma  de  decisiones y acusaciones recíprocas.

Como  si tuviéramos una  “ bola  de  cristal”  en nuestro cerebro, o poseyéramos una  habilidad extraordinaria  para  leer la mente  de  los  demás nos  arrogamos  la  facultad  de  hacer suposiciones sobre lo que  el  otro no ha  dicho, no ha  hecho  ni  ha  expresado. En esta faceta  de la  comunicación, la  habilidad  que posee nuestro cerebro de hacer analogías o buscar  el camino  más  fácil y seguro para  resolver  situaciones  novedosas a través de experiencias pasadas que han quedado registradas  en la memoria,  se  constituye  en una  mala  experiencia que nos  acarrea  grandes  dificultades, ya que  de la misma manera, nuestro cerebro nos lleva a la  tendencia  de predecir  lo que  los  demás  van a  hacer, pensar o decir, suponiendo que  actuarán  acorde  a las  experiencias  que  hemos  vivido,  con esas  mismas personas  o  con  otras  a quien asociamos  con la  situación actual.

Cuando hacemos suposiciones creamos  un mundo de  fantasías en el  que  mediante  un  monólogo interior somos  capaces  de  hablar  en nombre  propio  y  en nombre  de los  demás, damos nuestras  respuestas y  damos las respuestas  del otro. Creamos  historias  ficticias  que  luego   descubrimos para darnos  cuenta   que nada era como pensábamos, ni era  realidad. Esto   después  de haber  sufrido, de habernos  llenado  de  enojos, predisposiciones y haber  formado  un  conflicto innecesario. 

Al respecto afirma Miguel   Ruiz en su  libro los  cuatro acuerdo, que incurrimos en la  suposición porque queremos  satisfacer la  necesidad  de  saber, de sentirnos seguros y  remplazar  la  tarea  de  comunicarnos(Decir  y preguntar), por  eso si los  demás nos  dicen  algo suponemos;  y si no nos  dicen,  también suponemos,  de  esa manera   vemos  lo que  queremos  ver, oímos lo que  queremos  oír. Si no entendemos  algo  suponemos porque  no  tenemos el valor  de  preguntar o de decir, y pensamos  que los demás deben  saber;  qué queremos o cómo  nos  sentimos.

No  hacer  suposiciones implica  dejar de  imaginarnos  o  afirmar   cosas  sobre  los  demás  sin antes  haber  escrutado lo suficiente, sin haber preguntado  a  la  otra persona lo que  piensa, lo que  hará o el porqué  de las  cosas. Solo preguntando lo que no sabemos  podremos  adentrarnos en el pensamiento del  otro  sin suposiciones;  lo que implica  la  capacidad  de  escuchar de  forma  activa  para lograr  comprender  las  razones profundas  de los  pensamientos, sentimientos  y comportamientos de los demás.


La  clave  de  este proceso está en un trabajo comprometido por mejorar nuestra  comunicación, perdiendo el miedo  de  expresar lo que pensamos, sentimos o necesitamos, superando así  la idea que  la otra persona  debe saberlo todo sobre  nosotros. De igual manera  hemos  de  trabajar  en nuestra capacidad  de  preguntar todo lo que necesitamos  saber  sin suponer nada; ni antes  de  preguntar ni  después de  preguntar. 

domingo, 8 de marzo de 2015

Píldoras del Evangelio. LA VIDA ES UN CONSTANTE PROCESO DE DESTRUCCIÓN Y CONSTRUCCIÓN.



La vida es un constante proceso de destrucción y construcción. 
(Juan 2, 13-25)

"Evidentemente, toda vida es un proceso de demolición”
(Francis Scott Fitzgerald)




En el pasaje bíblico las palabras de Jesús conducen a la comprensión del templo más allá del lugar físico y geográfico que representaba para los judíos el templo de Jerusalén como lugar del encuentro con Dios. Jesús se presenta como el templo verdadero, por El podemos glorificar y alabar a Dios, a Él confluirán todos los creyentes como punto de encuentro con Dios y es a través de Él que se llega al encuentro con el Padre. “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre sino por mí”.(Jn.14,6)

Hablando sobre el templo, en el contexto de la pascua y acercándose su muerte, Jesús hace mención de la destrucción y levantamiento del templo refiriéndose a su propia vida, la destrucción de su cuerpo y su levantamiento a través de la resurrección. Más adelante San pablo va a decir que el cuerpo es templo del Espíritu santo. En tal sentido el cuerpo está relacionado con el templo, como lugar sagrado y de comunión con Dios y los demás.

Partiendo de la expresión de Jesús: “Destruid este templo, y en tres días lo levantaré”. Centraré esta reflexión en esta idea, de donde podremos reflexionar sobre la comprensión de la vida del ser humano como un constante proceso de destrucción y levantamiento.


Ideas claves.

1. En la vida es necesario destruir para reconstruir. Si queremos evolucionar o construir algo nuevo y mejor, es necesario destruir algo viejo y peor, si queremos explorar y descubrir nuevas dimensiones de la vida, la destrucción es una asignatura obligatoria en la existencia humana. Más aún hay destrucciones que no quisiéramos afrontar y la misma naturaleza nos conduce y nos arroja a esa destrucción confabulada con la evolución.

En tal sentido el ser humano permanentemente está destruyendo y está reconstruyendo. Desde el nacimiento comenzamos ese proceso de destrucción y reconstrucción, la salida del vientre de la madre es un proceso de destrucción en el que se destruye un ambiente de confort, de tranquilidad y seguridad. Son nueve meses de estabilidad en el que la criatura ha construido una forma de vida y la naturaleza le ha brindado las condiciones; no obstante, luego es necesario la destrucción de ese proceso que llega a su fin, para dar origen a un nuevo proceso de reconstrucción en un mundo desconocido, con amenazas y temores. Desde el nacimiento se inicia la reconstrucción de un nuevo círculo de vida en un hogar, una familia, unos padres que brindan seguridad y estabilidad.

En el mismo orden de ideas, tal círculo de vida, es necesario destruirlo para emprender un nuevo proceso y reconstruir un nuevo círculo, con la juventud y la adultez llega la destrucción de un núcleo para construir uno nuevo círculo familiar, se destruye la dependencia afectiva, psicológica y material de la persona con su familia para adquirir una nueva forma de vida independiente. De esta manera la historia personal del ser humano es un constante proceso de destrucción y construcción. 

En el mismo sentido, la muerte del ser humano se constituye en el último proceso de destrucción que da paso a la reconstrucción de una nueva vida, la vida eterna, en palabras de Jesús, si el grano de trigo no muere no puede dar frutos (Jn. 12, 24). Morir es necesario para renacer a la vida, al morir es Cristo quien hace el levantamiento y reconstruye a la persona con su Resurrección.

Quien no destruye no crece, no avanza, no evoluciona, no asume la transformación. La destrucción es necesaria en la vida, necesitamos destruir nuestros proceso de dependencia que nos hacen seres limitados y frustrados, necesitamos destruir nuestras situaciones y estados de vida negativas determinadas por odios, heridas, resentimientos; necesitamos destruir relaciones negativas que nos estancan e impiden desarrollarnos. Decidir destruir tales situaciones es reconstruir en nosotros nuevos templos libres, sanos, llenos de fe y esperanza.


2. Después de todo proceso de destrucción el ser humano está impulsado interiormente por una fuerza de levantamiento y reconstrucción. No se puede desconocer que la destrucción es un proceso doloroso que genera temor y resistencia, pero necesario para la transformación. En el proceso de trasformación es fundamental la construcción, ya que permite superar y trascender; de lo contrario la destrucción se puede constituir en frustración, en un punto de llegada final, y caótico. 

Si hacemos memoria en la historia de la humanidad, los países que han pasado por proceso de destrucción como por ejemplo las guerras mundiales o los desastres naturales han logrado superar sus destrucciones y se han restablecido, levantándose para construir mejores condiciones de vida; todo esto, a pesar de las incomprensibles causas o motivaciones de las mismas, como también de sus fatales, dolorosas y atroces consecuencias. Pero en el fondo podemos ver esa fuerza interior que conduce al hombre al levantamiento y la reconstrucción. 

Emprender el proceso de destrucción-construcción desde la fe, es descubrir y confiar que es Dios quien hace el levantamiento, que nosotros damos el paso de destruir o de dejar destruir, pero que en el fondo es Él quien hace resurgir nuevas formas de vida, nuevas esperanzas, nuevas situaciones. Él es quien reconstruye nuestro templo.



lunes, 26 de enero de 2015

Formación y desarrollo: NO SOMETERSE, NO SER AGRESIVO(A) PARA SER ASERTIVO(A).

"El sufrir merece respeto, el someterse es despreciable". 
(Víctor Hugo)


No someterse, no ser  agresivo(a) para ser  asertivo(a).

Una  de  las  cosas  que  más nos  puede  costar   en las  relaciones  interpersonales  ya  sean de  amistad,  de   familia,  laboral e incluso  en  el  primer  encuentro  con  una  persona  desconocida, es  saber  cómo  reaccionar  ante  una  situación adversa cuando la  otra persona  trata de vulnerarnos  con un  gesto, una  palabra, una actitud  o una  acción.

Piensa  por  ejemplo que  estás  en una  reunión de  trabajo y  un miembro del  equipo; y además  amigo(a) tuyo,  presenta ante tu jefe  un informe en el  cual  se  atribuye todos  los méritos y esfuerzos  de la  le gestión que  tú has realizado para  alcanzar satisfactoriamente  los  objetivos propuestos en una  misión encomendada al equipo.  Ante  tal situación hay  varias  vías de  reacción motivadas  por nuestra naturaleza  humana; algunas  más  instintivas  otras  más  conscientes y  racionales. Analicemos  las  diferentes  reacciones que surgen del ser  humano ante  la adversidad,   y  sus  posibles  consecuencias.

1.    La sumisión.  Someterse sumisamente  al  adversario es  una reacción instintiva  del  ser humano, que en  eso  se parece  a algunos  animales(por  ejemplo los  cachorros de  leones), quienes  al  enfrentarse a enemigos más  fuertes que  ellos  optan por  someterse volteándose  boca arriba, lo que hace  que  el enemigo se  aleje.  De igual manera los  seres  humanos en muchas  ocasiones optan por  someterse  a  otras personas  ya  sea  por   evitar  confrontaciones, por experimentar  temor ante el otro ya que se sienten  más  débiles, como también por tener algún  tipo de  dependencia con  esa  otra  persona lo que les impide  confrontarla.  Volviendo al  ejemplo  que  he presentado  anteriormente, tomar  una  actitud  sumisa  implicaría dejar  que  ese compañero de  equipo   se  atribuyera  los méritos  de tu  trabajo y no decirle  nada, de  esta manera podrías  evitar confrontaciones, evitar  que  se  disguste  contigo  dejando  que  todo siga normal. Pero a su  vez, esta  reacción que  en el momento puede  permitir  la  calma y que todo  siga  en paz, te puede   conducir a una  tormenta  interior  en la que te sentirás  inconformes  contigo ya que  experimentarás  frustración de  no hacerte  valer y  de  sentir  que  otro  se aprovecha  de ti. No decir nada puede ser una  decisión que  evite  problemas en el grupo, que evite confrontaciones  y  discusiones ante  el  jefe, que  revelarán indicios  de malas  relaciones, de poco  trabajo en equipo y  de que  estás tratando de  sobresalir ante los demás; pero no decir  nada también puede conducir  a que la otra persona continúe  actuando  de la misma manera, cada vez  que  quiera  hacerlo.    En tal  caso la  sumisión  implica experimentar  calma fuera  de ti y un tsunami en tu interior.

2.    La  agresión. La agresión también  es una  reacción primitiva en el ser  humano que al igual que  los  animales reacciona agresivamente  ante  el adversario en busca  de la  defensa  y  preservación personal. Quizás  esta sea  la  reacción más normal por la que muchos  optarían. Llenos  de indignación por el mal proceder de un compañero de equipo  que  usurpa tu trabajo  llegas a  perder el  control  de tus  emociones y no  faltarán palabras para  desmentirle y  hacerle  quedar  mal, e  incluso tu  cerebro segregando cortisol se  dispondrá  para  la  agresión física  si  la  otra  persona persiste  y  continua contraponiéndose. En tal sentido, podrás sentir  que haces  valer  tu  estima y tu  trabajo; es probable  que  logres que la  otra persona  se lo piense  dos  veces  en una  próxima  ocasión cuando quiera meterse contigo. Pero  por  otra parte, también   experimentarás   esa tormenta  externa, en tu interior, ya que te  has descompuesto emocionalmente, has  dado quizás una  mala imagen y la  frustración de  lo acontecido no tardará  en llegar  a la  conciencia experimentando una agridulce  ante lo acontecido. Por un lado cierto aire  de  tranquilidad; por otro, el sinsabor  de tu mala reacción.

3.    La asertividad. La  asertividad  es  una  reacción más  evolucionada en el  ser humano, una  acción más  elaborada que  se produce  en el neocortex o  cerebro más  desarrollado. Implica  un control emocional y  un proceso  racional para abordar  la  situación de  la mejor  manera sin perder  el control  de la misma. Reaccionar  asertivamente  conduce  al incremento saludable de  tu   autoestima  y el  desarrollo  de tus relaciones  interpersonales. En tal sentido  volviendo  al  ejemplo  sobre el cual estamos  reflexionando, una  reacción asertiva implica abordar  la  situación confrontando a tu  compañero sobre el  informe presentado, y el  hecho de otorgarse los méritos del mismo. Seguidamente se hace necesario tener  presente  los  tres pasos para  ser  asertivo: en primer  momento, escuchar  activamente a tu compañero de  equipo; escuchar  bien qué  es  lo que  está  afirmando y por qué dice  que  él  es  el responsable de los  logros que en verdad no son  suyos. Seguidamente se  hace  necesario expresarle  que  entiendes lo que  está  diciendo, que  entiendes sus  razones y quizás  en algo  podrá  tener parte de razón; no obstante,  tú le  expresas tu punto de  vista, le  expones  la  verdad sobre  lo acontecido y comunicas  claramente tu  razones, y  de  esa manera  finalmente  le  expresamos tu deseo  de  que corrija lo afirmado, le pides  respetuosamente   que  no continúe  afirmando  que el trabajo ha sido realizado por él y  que  por  favor  hable  con  la  verdad. 


De acuerdo  a los  estudios  realizados por  autores  representativos se la  asertividad como es el  caso de Daniel Goleman.  Reaccionar  de manera  asertiva te permitirá  expresarte  de  forma  consciente, congruente, clara  directa  y equilibrada, podrás  defender tus  derechos sin la intención de  herir al otro,  actuando desde un estado interior  de  autoconfianza en lugar  de la emocionalidad  limitante  de la  ansiedad, la  culpa o la  rabia.