“Nunca he encontrado una
persona tan ignorante de la que no pueda aprender algo”.
(Galileo Galilei)
Basta un poco de
humildad para aprender de los demás.
El
aprendizaje es un proceso continuo en el que todos los
días podemos aprender y por ende
crecer de manera integral ya sea para ser
más productivos en el trabajo,
para desarrollar mejor nuestro nivel de liderazgo como para incrementar nuestra capacidad
de relacionarnos con las demás personas.
Todos
necesitamos aprender ya que no somos
perfectos sino perfectibles en cuanto
estamos en permanente proceso de
perfeccionar cada área de nuestra vida. El conocimiento y el aprendizaje
es un proceso dinámico que está en
constante movimiento; notros aprendemos
de otros y otros aprenden de
nosotros, por eso cada situación de la vida es una gran oportunidad para aprender algo de otras personas. En mi proceso de crecimiento
personal he tenido la fortuna de conocer
y relacionarme con personas que teniendo
mayor conocimientos y experiencias que yo, en diversas áreas de la vida, reflejan
una actitud y disposición para aprender algo de mí, gesto de humildad que a su vez
genera en mí un efecto búmeran, ya que me incita de forma instantánea, al deseo e interés por aprender mucho más de ellas.
En
tal sentido, es fundamental tener una actitud de humildad que nos permita aprender de los demás, aun de aquellas personas que erróneamente
podamos considerar que no tienen
nada que enseñarnos. Estar abiertos al aprendizaje siendo capaces de escuchar
con atención a los demás, tener la capacidad
de recibir consejo, retroalimentación o una sugerencia,
es el reflejo de una
verdadera actitud de aprendizaje.
Muchas
veces sentimos temor de aprender de otros porque creemos que nos haremos vulnerables y por ende vamos a
perder prestigio o estatus, nos cerramos
a la posibilidad de aprender de otras personas porque nos consideramos
sabios olvidando que el sabio no es el
que cree que lo sabe
todo, sino aquel que aumenta cada
día su sabiduría en la
escuela de la vida, es el que ha desarrollado el arte de
vivir aprendiendo de todos los
que lo rodena; por eso la persona sabia es humilde, está en permanente
crecimiento y con su actitud siempre
enseña a los que lo rodean.
Al contrario del hombre sabio, el soberbio
considera que lo sabe todo, se cierra a la
posibilidad de aprender de los
demás y por ende se cierra a la posibilidad de crecer y aprender más.
Que
importante es preguntarnos cada noche al finalizar nuestra jornada ¿Qué he aprendido hoy? ¿Qué personas me han dejado
un aprendizaje para mi vida? Hacernos estas preguntas nos ayuda a hacer de la vida una verdadera escuela de aprendizaje y crecimiento.
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