Señor, haz que yo busque: consolar y no
ser consolado, comprender
y no ser comprendido, amar y no ser amado.
(San Francisco de Asís)
Procure primero
comprender, y después ser comprendido.
¿Alguna vez ha
escuchado esta expresión? “es que no me
comprenden” o por el contrario ¿es usted quien no se siente comprendido? ¿Siente
que esta situación le dificulta sus
relaciones interpersonales?
Para abordar
esta realidad que se presenta de manera frecuente en nuestras
relaciones humanas, analizaremos en este comentario el quinto hábito de la gente altamente efectiva,
el cual consiste en buscar comprender
antes que ser comprendido.
Bien parece haber entendido este hábito San Francisco de
Asís cuando decía en su oración: " Señor, haz
que yo busque: consolar y no ser
consolado, comprender y no
ser comprendido, amar y no ser amado".
El quinto hábito de comprender antes de ser comprendido, es el hábito de la empatía, que es más complejo que tratar de ponerse en los zapatos del otro, pues realmente no nos podemos poner en los zapatos del otro, su historia, paradigma y situación son únicas; por tanto, todo el proceso del quinto hábito implica llegar a la comprención del otro.
(Ponerse en los zapatos del otro)
Si decidimos mejorar en nuestras relaciones interpersonales y nos adentramos en la aventura de aplicar el
quinto hábito, es importante tener presente los
siguientes aspectos:
1. Dedicar tiempo a la otra persona. Es la disposición para prestar atención al otro, es parar de hacer todo de lo que se
esté haciendo para dar lugar al otro, lo cual requiere no solo dar tiempo en el sentido cuantitativo, sino
tiempo de calidad, en el cual los
sentidos están orientados y plenamente dispuestos
para atender, el otro es lo más importante en ese instante, es el centro de nuestra
atención.
2. Escuchar empáticamente. Realmente para poder comprender
al otro hay que escucharlo,
pues es
a través de la escucha como podemos captar lo que la otra
persona exterioriza desde su interior. La escucha empática es el centro que le
da funcionamiento a este hábito.
Llegar a una
escucha empática requiere
superar una escucha fingida en la
que se simula estar atendiendo a la otra persona, lo que nunca permitirá saber
qué dice y qué siente; llegar a la escucha empática es superar la escucha selectiva en la que yo estoy
escuchando desde mis intereses, selecciono lo que se
acomoda a mí, a mi historia, mis
experiencias; escuchar empáticamente es más
que una técnica de escucha
activa; es poner mente, corazón y todos
los sentidos a disposición de esa
persona para entrar en el marco de referencia de esa persona, descubrir
su paradigma, ver el mundo como ella lo ve, descubrir sus emociones, lo
que dice con la voz pero también lo que dice con el cuerpo,
con la mirada, con su respiración. Es escuchar
sus sentimientos, sus conducta utilizando tanto el cerebro izquierdo como el
derecho, es entender, intuir y sentir.
3. Dar oxígeno psicológico. Es dejar que del otro fluya lo
que le
perturba, que se libere y deje
salir sus emociones, sentimientos y palabras que revelan lo que
está viviendo y desea expresar, es ahí en
ese oxígeno psicológico donde el otro se manifiesta y yo lo
puedo comprender. Este momento es un respiro y liberación para la otra persona,
es el momento en que puede desahogarse y exteriorizar sus `pensamientos,
sentimientos y emociones.
4. Evitar. Hay cosas que debemos evitar para comprender a la otra persona y no equivocarnos. Debemos evitar
filtrar todo a través de los lentes propios, es decir
dejar de mirar, entender o reflejar en la historia del otro nuestra autobiografía. Evitemos
prepararnos para responder, de manera que realmente no estamos escuchando, sino
que mientras el otro habla, nosotros estamos preparado nuestro propio discurso,
acomodado a nuestro parecer y según nuestra experiencia.
Debemos evitar prescribir
antes de diagnosticar, es decir comenzar
a dar recetas, consejos sin habernos dado la oportunidad de descubrir realmente
qué es lo que el otro está expresando y
sintiendo, de igual manera debemos evitar
sondear o invadir de preguntas que no dan
respuestas significativas.
Si he tenido
presente lo anterior, entonces podre descubrir al otro, quito los rótulos y estigmas que tengo respecto a él y
lo comienzo a ver desde su zona de influencia, de manera que veo
una persona, un ser humano completo, distinto, con una historia propia, con
un valor innato, dotado de talentos, pasiones, sentimientos y capacidades; por tanto, comprendo que lo
debo tratar con dignidad y respeto.
Habiendo descubierto
y comprendido a la otra persona,
entonces estaré listo para buscar ser
comprendido. Después de haberlo comprendido, el otro me verá con confianza, me verá como una persona
sincera e integra, se interesará por mí,
se sentirá seguro conmigo y querrá comprenderme a mí. En el fondo todo el
proceso en el que me intereso por el otro y trato de comprenderlo, es el proceso
que construye la plataforma sobre la cual el otro empezará a comprenderme a mí.
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