Cuando nos apegamos y empecinamos con la meta final, nos atamos emocionalemnte a aquello que se encuentra más allá de nuestro control, y obsesionados con ello, nos impedimos disfrutar de las ocasiones inesperadas que pueden surgir en el camino. ( Mónica Esgueva)
EN EL FLUIR DEL
DEVENIR ESTÁ EL VIVIR.
Aferrarnos
al impedimento de que la realidad acontezca tal como es, apegarnos a los bienes,
personas y resultados; obcecarnos por
conseguir lo que no tenemos, no aceptar
las situaciones desfavorables
de la propia historia o vivir anclados
en el recuerdo de las experiencias que
marcaron nuestra vida, agotarnos
emocionalmente anticipando el fracaso de lo que aún no ha acontecido,
obsesionarnos por cambiar el pasado; en fin, vivir en la
tensión de la conciencia en la nada que el filósofo francés Sartre llamó
el ser
en sí (el hombre en el pasado) y el ser para sí ( el hombre en el futuro, la
conciencia en constate proyección), suelen ser
las principales causas que
generan en nosotros la ausencia
de paz interior que llamamos infelicidad.
Sedados
por la quimérica satisfacción que
nos generan la acumulación
de cosas materiales, estimulados por las
pasiones y el ruido exterior, vivimos en
la inconciencia de lo que nos sucede tratando
de engañarnos, de modo que salimos en la
búsqueda de lo que necesitamos
por la vía equivocada, tratamos de encontrar fuera de nosotros lo que solo podemos hallar en
nuestro interior. Buscamos el tesoro escondido en el lugar equivocado, guiados
por un mapa errado.
La felicidad que proviene de un estado interior
de tranquilidad y libertad, se encuentra
permanentemente truncada por el ego que nos conduce a vivir anclados
al pasado, llenos de temor al
futuro, apegados a las cosas, aferrados
apersonas e ilusionados por tener el dominio absoluto del devenir.
Hasta que no nos demos la tarea de
apaciguar el ruido interior para descubrir este tsunami que nos bambolea,
no podremos empezar una experiencia
liberadora de desapego que nos
quite la absurda idea que nos
hace falta algo o que necesitamos
a alguien para vivir en paz interior, de
tal modo que nos pasamos el tiempo como dice Mónica Esgueva: “ nos pasamos la vida intentando conseguir cada vez más objetos y a la vez inconscientemente buscando personas
que puedan llenar nuestros vacíos,
nuestra eterna insatisfacción. De este
modo proyectamos sobre ellos cualidades
y atributos desmesurados –
exagerados como consecuencia de nuestros
sueños, miedos o deseos – descubriendo
con el tiempo que no se ajustan a las
expectativas.
Hasta
no libar de la fuente que
proviene de nuestro propio interior, nada ni nadie podrá calmar la sed insaciable que nos llena de ansiedad. Ir a
nuestro interior implica decidirnos iniciar un proceso de desapego que nos
permita amar con libertad, valorar las cosas en su justo equilibrio, comprender
la realidad tal como es, renunciar a
tantos deseos insaciables, entendiendo
que muchas cosas suceden como tienen
que suceder, y que lo único que está en
nuestras manos es la respuesta que podamos dar a su acontecer. En evitar aferrarnos está la clave del
desapego y por ende la emancipación.
El intrínguilis de una paz interior
reside en realizar la difícil
tarea de adoptar el enfoque
alternativo del desapego que no es
igual a la indiferencia, dice al
respecto Mónica Esgueva: consiste en
disfrutar de lo que se nos presenta
a cada instante, sin echarlo de
menos después. Vivir cada momento de la historia a plenitud,
valorar y agradecer lo que tenemos, comprender y abrazar el pasado generosamente, luchar por alcanzar objetivos sin aferrarnos a los
resultados, dejar que las cosas fluyan en su propia libertad, es así como podremos transitar por el
sendero de la felicidad.
Adentrado
en un proceso de discernimiento de
la vida y comprensión de la
realidad desde la óptica del desapego y
la libertad interior, en esta ocasión quiero
compartir con ustedes mi pensamiento a través
del lenguaje reflexivo de un poema
de mi propia autoría titulado
fluir y libertad.
FLUIR Y LIBERTAD
Deja
que el rio fluya,
no trates inútilmente de detener
su cauce;
descubre el propio cause de tu interior.
Deja
que los pájaros emprendan su
vuelo,
por
algo Dios les dio sus alas;
deja que el otoño y el invierno generen
su efecto,
luego vendrá la primavera;
deja que lo pequeño crezca,
y lo joven se envejezca,
todo lo que comienza tiene que acabar.
Deja que se
vayan los que se necesitan marchar
y vuelvan los que decidieron regresar.
Deja que el reloj marque su hora,
no te quedes mirando atrás,
al terminar su ciclo volverá al mismo lugar,
aunque ya otro tiempo será;
entiende que avanzar se logra hacia
adelante
y no caminar es atrasar.
Luego entonces comprenderás que todo
fluye, cambia y se trasforma;
que nada te pertenece y eterno es solo Dios,
que
seguro solo tenemos la muerte y
para los que tienen fe, la eternidad.
En tomar conciencia de esto
está
la clave de
amar con libertad,
llevar una vida sin apegos
y experimentar felicidad.
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