" A mayor lucidez mayor desesperanza y a mayor desesperanza mayor posibilidad de ser lucido"
Álvaro Mutis.
DESESPERANZA
Marcado
por las fatigas inútiles de la vida suele
encaminarse el hombre al sin sentido
de la existencia, cargando entre
sus hombros el desgaste y el fracaso, en
el cual termina todo, como únicos
compañeros en un vago e interminable caminar que
solo tienen como destino un gris arcoíris en la desesperanza de en un lento desvanecer.
No
esperar, no anhelar, no ambicionar son el viejo muelle en que descansa la
lucidez consciente del náufrago que en su bordear ve la orilla más distante
cada vez; y por si acaso entre confusiones perdiera esa lucidez tratando de nadar, luchar, rescatar, clamar a lo alto ¡ cuidado!
no confiar en tal quimera es mejor, pues
si llegase a ponerse en sus mano
alimentaría la ilusión de
pensar que es posible encontrar un destino diferente al fútil navegar
de una vida que se deteriora y que no
tiene otro sentido que su permanente menoscabo en un ciclo de transformación.
Callar las
voces, callar el ruido de la
insensatez le conduce al ensimismamiento para escuchar la propia voz que le habla en el silencio de su interior. En la incomunicabilidad de su soledad se
refresca la conciencia para luego
emerger, en las expresiones e
impulsos más auténticos del propio ser, lenguaje incomprendido censurado y rechazado por los que viven distraído y sedados por el ruido de un mundo que remplaza su
propia voz.
Cuanto
mas distancia, cuanto más silencio,
más puede hablar porque más escucha ese lenguaje que pocos pueden
entender.
Amalgamados
en una simbiosis como un propio ser que
no distingue su comienzo, no distingue
su final, se fusionan silencio y soledad. Soledad e incomunicabilidad conducen
al hombre a un exilio interior que se refleja en la distancia e imposibilidad
de poderse comunicar desde su
manera de razonar y su forma de vivir desarraigado de toda vaga realidad.
En
un camino de despojo, silencio y
soledad, moldear la propia muerte es la
única verdad. Muerte tan cercana y tan distante. Distante por el miedo que la acerca cada vez más y cercana en la
confianza de abrazarla en un final que la
aleja del instante e invita
hacia ella caminar. Para el
hombre de la desesperanza cada día, cada instante son el
avanzar hacia una muerte que le espera
con tierna amistad pues en ella se comprende el natural deterioro del acontecer.
Como
un libro de experiencias, conciencias y estados se escribe la historia de cada ser humano, y un capítulo grabado
por las letras del fracaso, la angustia y la desesperanza no deja de ser para
los vivientes de su historia, entre
todas sus páginas, un título por leer.
Esta vez hago alusión a ese capitulo de la existencia humana que conduce a ver la vida circunscrita en el deterioro de su cause natural, lo que conlleva a la conciencia de que todo es vana ilusión, que aferrarse a detener el cause de las cosas que se acaban, es estólida decisión; de igual manera surge un rechazo a lo trascendente, un negarse al más allá. Visión de la vida que el escritor colombiano Álvaro Mutis llama la desesperanza, más no una desesperanza absoluta como él mismo lo expresa en la conferencia expuesta en México que titula " la desesperanza" ya que en el fondo a algo se aferra el ser humano como fuerza para vivir, lo expresa el poeta así: “nuestro héroe no está reñido con la esperanza, lo que esta tiene de breve entusiasmo por el goce inmediato de ciertas probables y efímeras dichas, por el contrario, es así como sostiene ‑repito‑ las breves razones para seguir viviendo. Pero lo que define su condición sobre la tierra, es el rechazo de toda esperanza más allá de los más breves límites de los sentidos, de las más leves conquistas del espíritu. El desesperanzado no «espera» nada, no consiente en participar en nada que no esté circunscrito a la zona de sus asuntos más entrañables”.
Los frutos, las joyas de cristal, los animales, la selva,
reciben los breves signos de la bienaventuraza.
Cuando descienda la mano
habré muerto en mi alcoba
cuyas ventanas vibran al paso del tranvía
y el lechero acudirá en vano por sus botellas vacías.
Para entonces quedará bien poco
de nuestra historia,
algunos retratos en
desorden,
unas cartas guardadas no sé dónde,
lo dicho aquel día al desnudarte en el campo.
Todo irá desvaneciéndose en el olvido
y el grito de un mono,
el manar blancuzco de la savia
por la herida corteza del caucho,
el chapoteo de las aguas contra la quilla en viaje,
serán asunto más memorable que nuestros largos abrazos.
Esta vez hago alusión a ese capitulo de la existencia humana que conduce a ver la vida circunscrita en el deterioro de su cause natural, lo que conlleva a la conciencia de que todo es vana ilusión, que aferrarse a detener el cause de las cosas que se acaban, es estólida decisión; de igual manera surge un rechazo a lo trascendente, un negarse al más allá. Visión de la vida que el escritor colombiano Álvaro Mutis llama la desesperanza, más no una desesperanza absoluta como él mismo lo expresa en la conferencia expuesta en México que titula " la desesperanza" ya que en el fondo a algo se aferra el ser humano como fuerza para vivir, lo expresa el poeta así: “nuestro héroe no está reñido con la esperanza, lo que esta tiene de breve entusiasmo por el goce inmediato de ciertas probables y efímeras dichas, por el contrario, es así como sostiene ‑repito‑ las breves razones para seguir viviendo. Pero lo que define su condición sobre la tierra, es el rechazo de toda esperanza más allá de los más breves límites de los sentidos, de las más leves conquistas del espíritu. El desesperanzado no «espera» nada, no consiente en participar en nada que no esté circunscrito a la zona de sus asuntos más entrañables”.
Los escritos de Álvaro Mutis se caracterizan
por un sentido del deterioro, su experiencia en el campo donde contempla la descomposición
animal y vegetal le desarrollan una percepción
de que todo es una metáfora del deterioro con el que el tiempo
somete al hombre. Así se pone
en evidencia la manera como las acciones humanas no tienen ningún sentido.
La desesperanza se vive desde la lucidez, la incomunicabilidad, la soledad y la manera como se acoge y se moldea la muerte.
La desesperanza se vive desde la lucidez, la incomunicabilidad, la soledad y la manera como se acoge y se moldea la muerte.
Para expresar un
poco esta reflexión desde el pensamiento
del poeta y escritor colombiano me
remito en esta oportunidad al poema titulado: Un bel morir.
UN BEL MORIR
De pie en una barca detenida en medio del río
cuyas aguas pasan en lento remolino
de lodos y raíces,
el misionero bendice la familia del cacique.
cuyas aguas pasan en lento remolino
de lodos y raíces,
el misionero bendice la familia del cacique.
Los frutos, las joyas de cristal, los animales, la selva,
reciben los breves signos de la bienaventuraza.
Cuando descienda la mano
habré muerto en mi alcoba
cuyas ventanas vibran al paso del tranvía
y el lechero acudirá en vano por sus botellas vacías.
unas cartas guardadas no sé dónde,
lo dicho aquel día al desnudarte en el campo.
Todo irá desvaneciéndose en el olvido
y el grito de un mono,
el manar blancuzco de la savia
por la herida corteza del caucho,
serán asunto más memorable que nuestros largos abrazos.
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