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La vida es un caminar...
y cada día que pasa un avanzar.

lunes, 16 de septiembre de 2013

Formación y desarrollo. SEPTIMO HÁBITO: AFILAR LA SIERRA




 "Sólo la renovación puede mantener, el que se queda parado, se retrasa"
Everhardus Johannes Potgieter


Séptimo hábito: AFILAR  LA  SIERRA



Voy  tan  ocupado conduciendo que no puedo  parar  a echar  combustible.

¿Encuentra  alguna  relación  entre  esta  frase y su ajetreado estilo de  vida? ¿Se siente extenuado  por  el cuadrante uno, lo urgente? ¿Siente  que  su día necesita  más  horas y que la semana  hay que  aumentarle  días? Luego entonces;  con tanta  escasez  de tiempo  y  tantos  compromisos  por  cumplir ¿tiene sentido sacar  espacio para  renovar  el activo más importante  que  usted tiene, usted mismo?

Absortos  por una  vida  de  activismo muchas  veces nos  olvidamos de asumir un proceso continuo y permanente de renovación interior que nos  revitalice para responder  a las  exigencias del  diario  vivir; situación que  tarde  o temprano termina cobrando su precio, llevándonos a momentos  críticos  de nuestra existencia. Vamos en la vida como montados  en  un tren, distraídos en el viaje, hasta que  ocurre  un estrellón y es  entonces cuando salimos en la urgencia de la  situación en búsqueda de salvación. En estos  casos es mejor mientras  más rápido suceda ese estrellón.

Dice Stiphens Covey al  respecto de invertir tiempo en la renovación de nuestra vida interior: “Esa es la inversión más poderosa que está a nuestro alcance en la vida: la inversión en nosotros mismos, en el único instrumento con que contamos para vivir y realizar nuestra aportación. Nosotros somos los instrumentos de nuestra propia ejecución, y para ser efectivos debemos reconocer la importancia de dedicar tiempo regularmente a afilar la sierra en sus cuatro dimensiones”.

En esta misma  línea  de pensamiento dice  Robin Sharma: “podrías  pensar que estás  demasiado ocupado para emplear  tiempo en ti mismo, lo cual sería un gran error. Mira  cuando has  dedicado tiempo a forjarte un carácter  fuerte, imbuido  de disciplina, vigor, poder  y  optimismo, puedes tenerlo todo y  hacer  todo lo  que  quieras  en tu mundo exterior”. 
La  clave de  alcanzar  el fortalecimiento interior está en adoptar una actitud de   renovación permanente mediante lo que   Stiphens Covey denomina el séptimo hábito: afilar la  sierra. 
 Afilar la sierra es el hábito  de la  mejora  permanente, los  japoneses lo  llamaron kaizen y lo ha adoptado el mundo organizacional quien  lo aplica en   los  sistemas  de gestión integrados,  es  el paradigma sobre el cual  se  aplica de manera cíclica la mejora  continua en las organizaciones, mediante el proceso conocido como el círculo Deming (Planificar, hacer, verificar y actuar). 

Para  alcanzar el éxito externo es necesario el éxito interior, por ende  para mejorar nuestro mundo externo, salud, finanzas, mundo laboral, relaciones; se  requiere  que mejoremos  primero nuestro mundo interior. Para  ello es  fundamental la aplicación del séptimo hábito mediante  el  cual nos  podemos  renovar interiormente para responder a un mundo acelerado que  todos los  día  está en constante  evolución. Pues  si se  renueva la  tecnología,   el conocimiento y la  ciencia cuanto más nos  hemos de renovar  nosotros.

La  aplicación de la mejora  continua  está ligada de manera  intrínseca  a una concepción integral, equilibrada y sinérgica  de la  persona, los  filósofos han  definido de  diversas  maneras la vida  de la persona y en cualquiera  de los  casos coinciden en la  integralidad de las dimensiones que constituyen a la  persona humana, por  eso  aplicar  este  hábito  requiere hacerlo en  todas  y cada una  de  sus dimensiones ( física, espiritual, mental, social) de lo contrario no  tendría  su  validez y caeríamos en el error  de subvalorar  algunas de nuestras  dimensiones  y resaltar  otras, lo que  nos  convertiría en un tipo de fenómeno desfigurado. Cabeza y cuerpo grandes (mucho conocimiento y cuerpo) pero  espíritu y manos  miniaturas. Este desequilibrio impide la sinergia  y genera  resistencia y división entre  las parte.

De manera práctica afilar  la sierra  en las  cuatro dimensiones consiste en:

·         La renovación de la  dimensión  física. Supone  básicamente  cuidar el  cuerpo mediante  una  adecuada  alimentación, el suficiente  descanso y la práctica  de  ejercicio  físico. Para  cumplir  esto se  requiere tener disciplina, lo cual implica  un  logro, no solo en  el fortalecimiento de la  contextura  física, sino en el fortalecimiento de la  voluntad, clave para  fortalecer  el carácter. Por  ejemplo levantarse  temprano un  día  frio  o con lluvia para hacer  ejercicio  físico  requiere  una  gran  fuerza  de voluntad lo que  demuestra  dominio  de  sí mismo. Pero  ese  esfuerzo  trae  consigo  una gran satisfacción interior que  al terminar llena  el alma  de  energía y  coraje, deja  una paz interior y nos  genera entusiasmo para  relacionarnos  con los  demás. En el fondo si estamos satisfechos  con nosotros por lo que somos  capaz  de lograr estamos  en mejor  condición para  relacionarnos  con los  demás. 

Dice Stphens .  “ Cuando uno actúa sobre la base del valor del bienestar físico, en lugar de reaccionar a todas las fuerzas que le impiden hacer ejercicio, el paradigma de uno mismo, la autoestima, la autoconfianza y la propia integridad se ven profundamente afectados.

·         La renovación de la  dimensión espiritual.  Renovarse  espiritualmente juega un papel  fundamental en la vida  de la  persona, es  el restablecimiento de  su centro y de su  motor. Es  la oportunidad  que nos  damos de  ir  constantemente a nuestro interior y  redescubrir nuestros propósitos, descubrir  lo  que nos  perturba y analizar  nuestras  emociones.

Cada  persona  puede encontrar un medio  particular  para  vivir  esta  experiencia, algunos  a  través  de la meditación, otros  en la música, otros en la literatura y  hay  quienes  se  elevan y se  encuentran consigo mismos en el  aislamiento  y contacto profundo con  la  naturaleza. 

Vale  la pena  recordar  el ejercicio que nos  enseña  el  águila que  se  aleja  a la montaña, y en el distanciamiento y el silencio emprende ese proceso de renovar su pico, plumas  y sus garrar, ejercicio que le revitaliza para seguir viviendo. Lo importe está  en que  permanentemente  hagamos  continuas  experiencia de  renovación interior.

·         La renovación de la  dimensión mental. Esta parte nos permite  liberarnos del fantasma  del estancamiento intelectual  en el que muchas  veces  solemos  caer. Puede suceder que  inmediatamente terminamos nuestro  proceso de  educación formal ( escuela, universidad) sentimos  que nos liberamos  de una  jaula  de  la  que  salimos  corriendo y nuca más  queremos  volver. Creemos tener  agotado el conocimiento y nos  quedamos  obsoletos, acomodados a  una  sola manera  de  hacer las  cosas, perdemos  el  espíritu  crítico, analítico y nos  volvemos meros  activistas. Estamos tan ocupados  en lo que estamos haciendo que no podemos  renovar  el conocimiento de  lo que hacemos. 

En este aspecto  es  fundamental  el hábito de la buena lectura, no basta leer, sino leer  textos  productivos que expandan el pensamiento y la capacidad  de  análisis. Trabajar  en la implementación del  hábito de la lectura. Importante ejercitar la escritura, cuántos  profesionales encontramos que les  cuesta redactar  una  página o producir un párrafo de  su propia inspiración sin tener  que  acudir  al copia  y pega.

Actualizar  el conocimiento de manera  autodidactica, aprovechar  los diversos medios  de formación virtual e learning o acudir  a la  formación presenciales, lo importante  es  mantenerse  en la formación continua como medio de  renovación mental. 

De gran importancia disminuir el tiempo que le dedicamos a ver la  televisión, especialmente la  saturación de  programas  nocivos que entorpecen la mente con información poco o nada relevante. 

·         La  renovación de la  dimensión social. A  diferencia  de las anteriores  dimensiones que puede  requerir  tiempo especial, esta dimensión se  realiza en el diario  vivir, en la interacción permanente  con las  personas  que nos  rodean, y requiere  tomar  conciencia para  aplicar  los  hábitos  cuatro, quinto y sexto ( ganar  ganar, entender antes de ser entendido y sinergizar).

Esta  renovación implica  buscar  mejorar  cada  día nuestra manera  de relacionarnos  con las  personas  que nos  rodean, fundamentados en la  seguridad interior que proviene  de los paradigmas precisos y los principios correctos profundamente arraigados en nuestra mente y nuestro corazón. Viene de una coherencia de adentro hacia afuera, de vivir una vida de integridad en la que nuestros hábitos diarios reflejan nuestros valores más profundos y  el dominio de  nuestras  emociones.  

Juega  en esta dimensión un papel  importante  el desarrollo de una  vida  altruista, que nos permita salir  de sí mismos, de nuestro  egoísmos y emprender  obras  de  servicio en favor  de otros,  de manera  desinteresada e incluso anónimas. Este  aspecto genera mucha energía interior y  nos  reconforta cuando nos  involucramos  y comprometemos con proyectos de  orden social.

N. Eldon Tanner ha dicho que «El servicio es la renta que pagamos por el privilegio de vivir en esta tierra». Y existen muchos modos de servir. Pertenezcamos o no a una Iglesia u organización de servicio social, tengamos o no un trabajo que nos procure oportunidades de servicio significativo, ni un solo día debe transcurrir sin que podamos por lo menos servir a otro ser humano efectuando depósitos de amor incondicional.

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