COMPARTIENDO CONOCIMIENTO





La vida es un caminar...
y cada día que pasa un avanzar.

martes, 27 de agosto de 2013

Reflexionando desde la poesía: VUELVO A TI

“Habiéndome convencido de que debía volver a mí mismo, penetré en mi interior, siendo tú mi guía, y ello me fue posible porque tú, Señor, me socorriste".
(San Agustín)

VUELVO A TI



Confundido  por un erróneo concepto de independencia  busca el ser humano su emancipación aislándose  de  todos e incluso del mismo Dios, se sumerge en  sus deseos, cree tranquilizar  su alma en el  destello de “felicidad” que  brota de  las  cosas materiales, placeres y vanalidades para  estrellarse  finalmente con el muro de la  frustración, tarde o temprano la quimera se revienta como una  burbuja, que lo deja en el vacío existencial, con las manos tan  llenas de todo y  vacías sin nada, con la carencia interior y el  constante deseo de encontrar fuera de si lo que solo puede existir dentro de sí.

Claramente lo entendió  San Agustín al llegar a su  reposo interior después  de carreras inútiles en la búsqueda de grandes  respuestas a  preguntas sencillas:

“Habiéndome convencido de que debía volver a mí mismo, penetré en mi interior, siendo tú mi guía, y ello me fue posible porque tú, Señor, me socorriste. Entré, y vi con los ojos de mi alma, de un modo u otro, por encima de la capacidad de estos mismos ojos, por encima de mi mente, una luz inconmutable; no esta luz ordinaria y visible a cualquier hombre, por intensa y clara que fuese y que lo llenara todo con su magnitud. Se trataba de una luz completamente distinta.

¡Tarde te amé, Hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé! Y tú estabas dentro de mí y yo afuera, y así por fuera te buscaba; y, deforme como era, me lanzaba sobre estas cosas hermosas que tú creaste. Tú estabas conmigo, mas yo no estaba contigo.

Reteníanme lejos de tí aquellas cosas que, si no estuviesen en ti, no existirían. Me llamaste y clamaste, y quebrantaste mi sordera; brillaste y resplandeciste, y curaste mi ceguera; exhalaste tu perfume y lo aspiré, y ahora te anhelo; gusté de ti, y ahora siento hambre y sed de ti; me tocaste, y deseé con ansia la paz que procede de ti.

Consciente Dios de  esta absurda inclinación del  hombre a la separación, que al hacerlo libre, hacia ella tiende, no  lo ha alejado de si, sino que  el remedio le propició en la misericordia y el amor del perdón que supera todo pecado que no es más que la tendencia del ser humano a la separación o ruptura de la  armonía que integra su  vida con Dios, con el otro, con la naturaleza y consigo mismo.

No lo pudo expresar  Jesús de forma más  clara a  través  de sus parábolas que reflejan  la inclinación del hombre a la separación y  la  constante actitud de  Dios a la  reconciliación.

En esta  ocasión les  comparto un texto de mi autoría que  hace  varios  años(2001) escribí  inspirado en la  majestuosa  parábola  del Padre misericordioso, en ella quiero expresar  esta dinámica relación que se da entre  la equivocada actitud  del  hombre a separarse, representada en el  hijo prodigo, y la actitud  de Dios a la reconciliación reflejada en el Padre Misericordioso.

El texto expone los momentos o pasos del proceso de  conversión que  se  encuentran  implícitos en la misma parábola.

1.    Situación de separación o  ruptura (pecado).
2.    Consecuencias de la separación
3.    Toma de  consciencia o reconocimiento del pecado
4.    Arrepentimiento
5.    Toma de decisión y acciones de reparación
6.    Reconciliación, acogida de Dios.


VUELVO  A TI

Padre  he  pecado contra  ti,
he adjurado  tu  casa y  me he  alejado de  ti
olvidándome  de todo el amor
que tenías  guardado para mí.

Cambié  tu amor por  un par  de monedas,
me dieron  el   deleite y la pasión
que  satisfacen  solo por un momento  y dan quimérica  alegría,
  terminando  en el cruel  dolor  de  haberme apartado de  tu sempiterno amor.

Padre  he  caído,  he conocido la  penuria,
la  tristeza, el hambre  y el  dolor
taciturno  y  entre  sollozos   he  sentido
desde  lo más  profundo, 
 el deseo de recobrar  tu amor.

Ambulante estuve  entre  placeres  y derroches,
pero  hoy  vuelvo a  nuestra  casa;
 temeroso al  reconocer  m i error
pero  con la  plena  confianza de  saber 
que  por  siempre  estarás  dispuesto a  brindarme  tu PERDÓN.



No hay comentarios:

Publicar un comentario