¿Son pocos los que se
salvan?
En el interrogante del hombre que se dirige al Señor para
preguntarle si son pocos los que se salvan, y la respuesta de Jesús, podemos
comprender el sentido del texto como
una dialéctica entre dos concepciones sobre la salvación o entrada
al Reino de Dios y, los criterios sobre los cuales están fundamentadas
cada una.
1.
Concepción excluyente de los judíos.
La pregunta de un hombre cuyo
identidad no está definida, representa
la mentalidad judía sobre la participación en el Reino de Dios, la cual está
fundamentada en la limitación, “serán pocos los que se salvan”, con una concepción
de exclusividad, favoritismo y exclusión.
Para los de esta mentalidad lo
que cuenta es pertenecer al grupo (la masificación sin identidad), al pueblo de
Dios según la tradición, la religión y
la cultura, se sienten los primeros, los
elegidos y los preferidos por Dios,
dejando a los demás (paganos, no judíos)
por fuera.
2.
Concepción universal de Jesús.
La otra postura es la que Jesús va anunciando por
ciudades y muchos lugares, un nuevo concepto de Pueblo de Dios y de salvación
con carácter universal, las palabras de
Jesús no excluyen, pues habla de “muchos”; además menciona los cuatro puntos
cardinales “vendrán de norte y sur, oriente y occidente”, los últimos serán los
primeros, los que antes estaban excluidos, los paganos ahora serán primeros.
Para Jesús lo que cuenta es el esfuerzo individual,
la respuesta y adhesión personales a su propuesta, el compromiso y la
responsabilidad con la que cada uno
asuma su vida de fe y se comprometa frente a Dios. Razón por la
cual Jesús habla de “esforzarse”; la puerta estrecha supone un lugar por
donde muchos quieren entrar y pueden
entrar, pero la entrada es individual, de a uno, lo que denota el carácter individual y personal de
la fe.
Para Jesús no cuentan las apariencias,
ni la mera convivencia circunstancial
que no conduce a la adhesión a su
persona y a su enseñanza, por eso se quedarán a fuera aunque digan: estuvimos
contigo en la plaza y escuchamos tus enseñanzas. No basta estar, hay que ser y
hacer.
La propuesta de Jesús no pretende
crear el individualismo egoísta sino la responsabilidad y la identidad para
formar comunidad.
ENSEÑANZA.
No podemos pretender alcanzar el éxito en la vida terrenal y la salvación en la vida espiritual, fundamentados en factores externos como la masificación, los favoritismos, la pertenencia a grupos, clases sociales, instituciones y partidos políticos.
Hay que pagar el precio individual asumiendo responsabilidad
y esfuerzo personal, lo que implica.
· Salir
de la dependencia que masifica, donde
soy por lo que los otros (el grupo) determinan en mí.
· Alcanzar
la independencia, lograr la victoria personal, el fortalecimiento del carácter,
la emancipación que permite descubrir la identidad, asumir responsabilidad y
conciencia frente a la vida y
frente a las exigencias de la fe.
· Pasar
a la
codependencia, no basta comprenderme como ser individual y asumir
responsabilidad, necesito pasar a la
conciencia colectiva de sentirme comunidad sin perder la propia identidad,
donde ya no soy solo yo, sino que me comprendo en relación con los demás.
APLICACIÓN
A LA VIDA
- En desarrollo profesional.
Es
cierto que las relaciones (networking), las
influencias y la pertenencia a una institución o cualquier colectivo puede
abrir puestas en la vida profesional; no obstante, eso no garantiza el éxito en
el desempeño de mi trabajo. Podré conseguir a través de la influencia y el
favoritismo que me den un puesto
importante en una gran multinacional, pero no me garantiza el feliz cumplimiento de mi misión, la consecución de
resultados esperados y la satisfacción personal
en lo que haga.
- En la fe
En
la vida de fe, no es la pertenencia a una cofradía, grupo parroquial o religión
lo que garantiza mi salvación o participación en el Reino de los cielos, tengo
que asumir compromiso personal con Dios y vivir comunitariamente mi compromiso cristiano.
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