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La vida es un caminar...
y cada día que pasa un avanzar.

miércoles, 21 de agosto de 2013

Reflexionando desde la poesía. Ítaca

La dicha no está solo en llegar, sino en disfrutar del viaje.
(Jorge E. Dorado)

El periplo de la vida.

La obsesión  por obtener los resultados esperados conduce a la desdicha de no disfrutar  las riquezas del camino que tenemos que  recorrer para alcanzar los objetivos que nos hemos propuesto.

Ciertamente que alcanzar  los objetivos es importante, de hecho es  fuerza de motivación que nos anima en el día a día, no obstante la satisfacción de haber alcanzados los objetivos es como  la punta del iceberg de todo el proceso, ya que  esta experiencia de haber llegado,  se encuentra  relacionada con  la pasión y gratificación que nos brinda el viaje, recorrer el camino,  el cual está cargado de grandes experiencias, momentos significativos, personas y situaciones que con el día a día van haciendo realidad lo que un día solo era un sueño.

Disfrutar del viaje es experimentar la pasión que brota de  cada santiamén de la vida, es vivir el presente, el aquí y el ahora con la mirada puesta hacia la meta, es saber que no hay camino, sino que se hace camino al andar como lo expresa el cantante español  Juan Manuel Serrat, disfrutar el viaje es poder mirar atrás y sentir  gratificación de lo vivido, es como dice el filósofo existencialista Kierkegaard saber que la vida  solo puede ser comprendida hacia atrás pero únicamente puede ser vivida hacia adelante, disfrutar el camino es comprender el pasado, abrazar el presente y mirar el futuro con esperanza.

En esta ocasión traigo a relucir un escrito del poeta griego del siglo XX, Constantino Cavafi, quien a través de la poesía que lleva por título ÍTACA, nombre de una de  la isla Jónicas, revela su inclinación por reflexionar sobre la historia y el recuerdo,  dos temas que le son recurrentes en sus escritos orientados a la rememoración del pasado. En esta poesía el escritor habla del viaje de Ulises a ÍTACA como una metáfora del periplo de la vida.

ÍTACA
Cuando te encuentres de camino a Ítaca,
desea que sea largo el camino,
lleno de aventuras, lleno de conocimientos. 

A los
Lestrigones y a los Cíclopes,
al enojado Poseidón no temas,
tales en tu camino nunca encontrarás,
si mantienes tu pensamiento elevado
, y selecta
emoción tu espíritu y tu cuerpo tienta. 

A los Lestrigones y a los Cíclopes,
al fiero Poseidón no encontrarás,
si no los llevas dentro de tu alma,
si tu alma no los coloca ante ti.


Desea que sea largo el camino.
Que sean muchas las mañanas estivales
en que con qué alegría, con qué gozo
arribes a puertos nunca antes vistos,
deténte en los emporios fenicios,
y adquiere mercancías preciosas,
nácares y corales, ámbar y ébano,
perfumes sensuales de todo tipo,
cuántos más 
perfumes sensuales puedas,
ve a ciudades de Egipto, a muchas,
aprende y aprende de los instruidos.


Ten siempre en tu mente a Ítaca.
La llegada allí es tu destino.
Pero no apresures tu viaje en absoluto.
Mejor que dure muchos años,
y ya anciano recales en la isla,
rico con cuanto ganaste en el camino,
sin esperar que te dé riquezas Ítaca.


Ítaca te dio el bello viaje.
Sin ella no habrías emprendido el camino.
Pero no tiene más que darte.


Y si pobre la encuentras, Ítaca no te engañó.
Así sabio como te hiciste, con tanta experiencia,
comprenderás ya qué significan las Ítacas.





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