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y cada día que pasa un avanzar.

sábado, 2 de noviembre de 2013

Píldoras del Evangelio. LA VERDADERA GRANDEZA HUMANA

"La grandeza no se enseña ni se adquiere: es la expresión del espíritu de un hombre hecho por Dios".   
(John Ruskin)





La verdadera grandeza humana.
 


El pasaje  nos  expone  el  encuentro de Jesús con un hombre llamado Zaqueo; el encuentro    le  conduce  a   experimentar la presencia de Jesús en su casa y  el cambio de una  actitud concreta  de  su vida. Renunciar  a las acciones de injusticia y corrupción  que reflejan su pequeñez  humana.  El cambio va  acompañado  por una  acción de enmienda ante  el daño cometido; mas no una  renuncia absoluta  a las  riquezas, ni una  adhesión radical  de  seguimiento a  la  persona de  Jesús; no obstante, sí  su salvación.

PARA  TENER PRESENTE:

1.    La entrada de  Jesús  a Jericó. Está relacionada  con la   entrada  de  Josué a la misma  ciudad (Jos.6, 1-27) como relacionados están el nombre de Josué  y el nombre  de Jesús (en hebrero y griego son equivalentes). Jesús que da cumplimiento y plenitud  a las  figuras  beterotestamentarias es el nuevo  Josué que  en esta  ocasión no  entra a la  ciudad  con violencia a  destruir. Su entrada  es liberadora. No se da por la fuerza, ni siquiera tiene que vencer resistencia alguna, porque no la encuentra: entra pacíficamente. Su travesía no derriba murallas físicas ni causa muertes. Nadie le teme.(P. Adalberto Sierra)

2.    Un hombre llamado zaqueo. El pasaje  bíblico lo describe como un descendiente  de Israel, hijo  de Abraham, el significado de su nombre en hebreo es “puro”, su imagen está  desdibujada por sus acciones y  su oficio que le hacen impuro; es  jefe de  recaudadores de impuesto y hombre rico.

Además, lo describe  el texto como un hombre  de baja estatura, detalle que trasciende una  descripción física para  referirse a una  pequeñez humana fruto de sus malas  acciones y su impureza. Este israelita de pureza nominal, tan apegado al dinero que se desentiende de la suerte de su propio pueblo, es un ser frustrado, inacabado: no ha alcanzado la auténtica estatura humana que le permitiría reconocer la identidad de Jesús, el Hijo del Hombre –cifra y cumbre de lo verdaderamente humano: el ser humano en su plenitud– porque su apego al dinero lo ha deshumanizado.   

3.    La curiosidad por  ver  a  Jesús. La  iniciativa parte Zaqueo, quería ver quien  era Jesús, de modo que  corre para  adelantarse a la muchedumbre, y se  sube en un Sicómoro; además  supera  los obstáculos: la  multitud  y su baja  estatura. Esta curiosidad por  Jesús está en relación con la curiosidad que tenía  Herodes de conocer a Jesús, con la  diferencia que este espera a que se lo lleven, mientras Zaqueo sale a verlo. Revela esta  curiosidad el atractivo que Jesús suscita en él.  

4.    El sicómoro. Constituye el medio que él considera el más apto para ver  a Jesús y al igual que  la higuera y la morera,  representa a la sociedad judía en una tercera perspectiva: la de su similitud con el Egipto antiguo.  Como lugar el sicómoro   es un  tecnicismo para referirse al  templo.

Zaqueo piensa que, desde el sicómoro-institución, se puede establecer la identidad de Jesús. Sin embargo, Jesús sólo se detiene allí el tiempo necesario para invitar a Zaqueo a que se apresure a bajarse, es decir, a abandonar dicho “lugar”. El verdadero destino de  Jesús  es  la  casa  de  Zaque, es  decir el  grupo al  que él pertenece y lidera. (P. Adalberto Sierra).

5.    La diferencia entre alojarse y hospedar. Jesús no  se hospeda como dicen los  que critican, sino  que  se aloja en la  casa  de  Zaqueo. La diferencia está en que alojarse implica la convivencia familiar,  mientras que hospedar implica, entre diversas acepciones, una relación más de tipo hotelero. Esta tergiversación de las intenciones de Jesús pretende presentarlo como si fuera un socio comercial de Zaqueo, lo que implica complicidad en su manejo deshonesto del dinero y participación en su condición de renegado y pecador público. (P. Adalberto Sierra)

6.    La donación y enmienda. Destina la mitad  de sus bienes para donarla a los  pobres y se compromete a resarcir con el  cuádruplo a  quienes les haya  cometido extorsión. Ambas acciones corresponden a los requerimientos hechos por Juan Bautista cuando le pidieron que concretara las exigencias de la enmienda a la cual exhortaba. No obstante, Zaqueo, al comprometerse a resarcir con el cuádruplo, supera las exigencias de la Ley (cf. Ex 21,37; Lv 5,20-25; Nm 5,5-7). Hay, pues, de su parte, una enmienda de vida que supera la mera legalidad.

 Zaqueo no se hace seguidor de Jesús. Jesús no lo invita a seguirlo. Él ha dejado claro que, para seguirlo es preciso desprenderse de todos los bienes, no sólo de una parte de ellos, a favor de los pobres (cf. Lc 12,33; 18,22). Zaqueo apenas ha enmendado su vida, no se ha convertido en discípulo del Señor. Pero ha recuperado la estatura humana. Sigue siendo rico y, por lo mismo, miembro de una sociedad cuyos miembros acaparan los bienes, establecen y justifican las desigualdades entre ellos y excluyen a los demás. Así no se puede ser discípulo de Jesús.


ENSEÑANAZAS:

1.    La  experiencia de  encuentro con Dios es una  complementación entre nuestra curiosa  iniciativa de salir a conocer a  Jesucristo y, su entrada liberadora  y salvadora a nuestro  vida (ciudad, casa).

2.    La verdadera  grandeza de una persona no está  fundamentada en el la altura que produce el sicómoro de: las cosas  externas, los lujos, instituciones y poderes; sino, del encuentro con la persona de Jesucristo y los  principios  y valores humano-cristianos que  exaltan su espíritu y revelan la grandeza de su corazón a la medida de Cristo.

3.    En muchas  ocasiones podemos  caer en el riesgo de  ofrécele  a Dios en nuestra casa un lugar  de hospedaje, es  decir  recibirlo  como alguien a quien queremos  acomodar según nuestros intereses e intenciones pretenciosas, más no alojarlo como alguien que  convive con nosotros, con quien establecemos una  estrecha  relación de fe, amor y confianza.

4.    La opción de conocer  a  Dios implica afrontar los obstáculos que siempre encontraremos en el camino. Por un lado la  muchedumbre que nos  confunde, critica, señala y quiere impedir que  nos acerquemos a él, y por el otro la limitada estatura  de nuestras  propias carencias humanas.

5.    La exigencia del seguimiento a   Jesús pasa por la  capacidad de reconocer el daño causado, compartir los bienes y renunciar al apego de los bienes materiales.

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