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y cada día que pasa un avanzar.

sábado, 16 de noviembre de 2013

Píldoras del Evangelio. LAS SEÑALES DEL FIN DE LOS TIEMPOS



Las señales del fin de los  tiempos.
(Lucas 21, 5-19)


El pasaje  expone la sentencia que hace  Jesús  sobre la destrucción de Jerusalén y del templo a pesar  de  la belleza e importancia de la cual se ufanaban  los  judíos, a  la  vez Jesús  hace  referencia de la venida del  Hijo del Hombre y el fin del mundo. “ Es importante aclarar, según la orientación que le  da  Lucas a este  discurso, la destrucción de Jerusalén no es exactamente un signo del  final de  los tiempos. Lo importante es que los  discípulos  se preparen, primero para no dar  crédito fácilmente a las  falsas  alarmas de charlatanes o falsos Mesías, y segundo para  soportar la  violencia  y la persecución por parte  de los enemigos del Evangelio del reino y  para que  hagan de estas  ocasiones una oportunidad magnífica de  dar  testimonio”. (Alonso Schokel Biblia del Pueblo)

PARA  TENER PRESENTE:

La destrucción del templo. La idea de la  destrucción del  templo estaba en la  memoria histórica del pueblo de  Israel, en el 587 a.c ya  había sido destruido en los tiempos del  profeta Jeremías; ahora Jesús hace  referencia a  la  destrucción de esa  construcción majestuosa  de la cual se  ufanan los  judíos y  es reflejo de  su nacionalismo. Hay dos rasgos de su nacionalismo: la imponencia exterior, que simboliza la pujanza (el poderío económico y político) del pueblo que fue capaz de edificar semejante estructura, y la cantidad y la calidad de la gente que lo frecuenta, que manifiestan, a su entender, el cumplimiento de la promesa hecha por Dios a Abrahán: “Haré de ti un gran pueblo” (Gn 12,2; 15,5).

En tal sentido, la destrucción del templo es la destrucción de  dicho nacionalismo que  los enceguece en la  vaciedad de  su  admiración, religiosidad y  fe que gira  al rdedor de la belleza del templo. Están extasiado por algo que  no vale a los  ojos de Dios por  la  vaciedad e injusticia  que entraña, por  ello Dios  lo  destruirá.

La pregunta de “cuándo”  y  cuál será la  señal de la destrucción.   Los  judíos no interpretan las palabras  de Jesús cuando anuncia la  destrucción del templo; y  más bien manifiestan tener  conocimiento de  ello preguntando el momento y la  señal. Lo anterior corresponde  a la  idea que tenían de que Dios  vendría  a destruir a  los  paganos  y  que tal destrucción corresponde a una  acción de Dios en favor de ellos.

A su  pregunta Jesús exhorta a no dejarse engañar,  a estar  atentos de  quienes pueden aprovecharse de  esa espera para  hacerse pasar  por  él. El momento no corresponde a un momento concreto de la historia. Jesús niega que haya un “cuándo” fijo, predeterminado por Dios para establecer su reinado. Éste no será producto del paso del tiempo ni estará sujeto a una determinación geográfica sino que debe ser fruto de la decisión libre de cada ser humano. Ni hay, tampoco, un «momento oportuno» como ellos lo esperan.

Esta advertencia pone en alerta, en concreto, contra el surgimiento de impostores que se presentarán inspirados por el Espíritu y enviados por Dios. Se advierte que la posibilidad de tal engaño se afianza en la inclinación de los discípulos a creer en esos anuncios porque suponen que ese es el proyecto de Dios. Este riesgo se dará sobre todo en la comunidad judeocreyente. Los discípulos, alentados por la herencia cultural y religiosa transmitida por los letrados en las sinagogas, están predispuestos a dejarse engañar por esas supuestas manifestaciones espectaculares de Dios. (cf. Lc 17,20-21).(P. Adalberto Sierra)

Las destrucciones entre naciones, hambres, pestes. Son las manifestaciones de las  luchas de las naciones entre    en búsqueda de su liberación, signos  de las ambiciones humanas pero no son signos de Dios. Será búsqueda de felicidad que, al no ser animada por el Espíritu Santo, se pervierte en desesperación. Ninguno de esos acontecimientos indicará que esté cercano el fin, ya sea entendido este como destrucción de los impíos y dominio de los piadosos, o como destrucción de todo lo creado por parte de Dios.

Persecución a los  discípulos. Dios no intervendrá en favor  de ellos, tendrán que correr la misma  suerte  que él, serán  perseguido y enjuiciado. 

La salvación tiene que realizarse dentro de la historia con todas sus vicisitudes. Dios asume la historia de los hombres, en Jesús y en cada uno de sus seguidores, con todas sus consecuencias. No realiza la salvación desde afuera sino desde adentro. Las únicas alternativas posibles son las que se dan en el acontecer histórico. Y los discípulos deben contar con ello. No deben esperar intervenciones portentosas desde fuera de la historia. (P. Adalberto Sierra)

El papel de los  discípulos  es  dar testimonio de la obra  de Dios y las persecuciones contra ellos serán la manifestación de una sociedad que  rechaza su propuesta  y ratifica la misión que ellos realizan.

El propósito de los discípulos de  no preocuparse. Para deslegitimar a los regímenes opresores es necesario no dejarse arredrar, al contrario, hay que confiar en Dios y declararse a favor de Jesús (cf. Lc 12,1-10). Si los discípulos se aterrorizaran/acobardaran,  se expondrían a desertar por temor a los que matan físicamente (cf. Lc 12,4-5). Pero tampoco tienen que justificarse ante ellos. Lo único que deben hacer es dar la buena noticia y no dejarse seducir por los engaños del poder.

Así provocarán la verdadera liberación de la humanidad e impulsarán su salvación a pesar de los conflictos violentos que desgarran a la humanidad. Si reciben su mensaje, habrá salvación, si lo rechazan, persiguiéndolos a ellos, las mismas sociedades se precipitarán a su ruina, y los discípulos mostrarán con ello la prueba de la injusticia de esa sociedad. Cuando llegue la oportunidad de demostrarlo, no deberán de apoyarse en recursos humanos (“defensa”) como los que usan esas sociedades; Jesús solo les recomienda apertura al Espíritu Santo: él les enseñará, en ese momento, lo que hay que decir (cf. Lc 12,11-12). Así les recuerda lo que les había dicho para urgir esa apertura, absolutamente necesaria para dar testimonio contra las sociedades injustas. (P. Adalberto Sierra)

ENSEÑANZAS 
1.    Para experimentar un verdadero encuentro con Dios es necesario destruir esas construcciones de poder y vanagloria sobre las cuales soportamos nuestras  injusticias, mentiras y egoísmos, bajo las  apariencia de lo bueno y lo religioso o espiritual. 

2.    El momento y las  señales de la manifestación de  Dios, no corresponde  a un momento concreto de la historia; sino a al momento concreto en el que  cada persona decide de manera honesta despojarse en la manos de Dios y adherirse a  él de forma absoluta.

3.    Las  vicisitudes de la  vida sobre las cuales tenemos que  vivir son el escenario para dar testimonio del amor y la  justicia de Dios, no obstante eso no implica su intervención portentosa o sobre natural en favor nuestro.

4.    Las guerras, hambres y catástrofes que  vivimos en la historia de la humanidad no son signos de Dios, ni manifestaciones del  fin del mundo y la venida de Hijo del Hombre; son los signos de una sociedad distancia de Dios que se destruye a sí misma y que  busca caminos de realización y felicidad apartados de la presencia del  espíritu de Dios. 



5.   En cada momento de la historia hay que  saber discernir los mensaje de quienes predican en nombre  de Jesucristo  ya  que se corre el peligro de ser  manipulados por  aquellos que identifican nuestros  miedos,  ignorancias y  necesidad de un mensaje  de esperanza.  
 



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