Que sus conversaciones sean siempre
agradables y de buen gusto, sabiendo responder a cada uno como conviene. (San Pablo,
Colosenses 4,6)
Se trata de conversar y no de convencer.
Aunque la
comunicación es tan normal en los seres
humanos que a diario nos estamos
relacionando; no siempre nos comunicamos de manera efectiva y afectivamente positiva; lo que
genera muchos de nuestros conflictos en las relaciones personales
y laborales.
Cada
vez que nos dirigimos a otra persona,
nuestra comunicación lleva una
carga emocional que determina
la manera de relacionarnos,
la manera de
dirigir las palabras y usar los
gestos corporales; como también de expresar las
ideas. Por ello es importante prestar atención a
las emociones que nos mueven al comunicarnos si queremos mejorar nuestra comunicación y evitar
que el resultado
final de una conversación no sea el
que inicialmente queríamos alcanzar.
Nos
puede costar comunicarnos con un compañero de trabajo, con el jefe o
con un subalternos porque cada vez que
emprendemos una conversación
sentimos que entramos
en una pista de competición en la que necesitamos
tener
la razón sí o sí, no hay
lugar a la
diferencia de pensamiento, a la
diversidad de perspectivas o
experiencias, solo existe una manera,
una visión, y es la nuestra; por tal razón la conversación no es un dialogo de aportes y crecimiento entre dos partes, sino una
lucha del ego por
convencer al otro de que
tiene que pensar igual a nosotros,
renunciar a sus
ideas y convalidar las nuestras, esta manera
de comunicarnos es tan
negativa que nos roba
energías, nos genera malos climas
laborales, aislamiento del grupo
de trabajo y por ende dificultades de relación en el la vida laboral.
Propongo a
continuación tres pasos que nos ayudarán a iniciar un proceso de
mejoramiento en nuestra comunicación
desde la parte emocional:
1. Hagamos
un análisis de las emociones que nos
acompañan al comunicarnos. Quizás podamos tener dificultades en nuestra
comunicación de manera
inconsciente, lo que nos
hace ir por la
vida de conflicto en conflicto; por
ello, es importante que
hagamos un análisis de las emociones
que nos acompañan en nuestras
conversaciones. Para tal fin es
fundamental preguntarnos ¿Cómo
nos sentimos en nuestros diálogos?
¿Nos llenamos de
rabia o frustración cuando los
demás no piensan igual? ¿Nos valemos
de cualquier medio para imponer nuestras ideas y quedar satisfechos? ¿No dialogamos, si no que polemizamos? ¿Cómo son los resultados emocionales de nuestras conversaciones, positivos o negativos? ¿Demoramos tiempo conectados a
las emociones negativas después de
una conversación polémica? Tomar conciencia
de las emociones
que acompañan nuestro dialogo o que quedan en nosotros después de una
conversación es muy importante para iniciar un proceso de
mejoramiento de nuestra comunicación ya
que si
nos damos cuenta de
esta realidad podemos buscar los medios para trabajar
en las dificultades que se nos estén presentando.
2. Exploremos
las causas de nuestras emociones negativas. Como sabemos todo efecto tiene
una causa. Por ello es importante
identificarlas para intervenir sobre
ellas. Esto lo podemos hacer mediante un trabajo de autoconocimiento y de reflexión que nos permita identificar
de dónde provienen nuestras dificultades
al comunicarnos. Ya sea de una
necesidad de aprobación debido a las inseguridades personales que se han ido
creando en nosotros, ya sea de nuestra incapacidad de aceptar las diferencias
o nuestra necesidades afectivas
de sentirnos querido solo cuando los
demás piensan igual que nosotros; o bien sea por nuestra incapacidad de expresar la
diferencia de pensamiento que nos
lleva a la frustración de tener
que someternos siempre a la
percepción del otro, aunque no estemos de acuerdo. Tales causas pueden estar
relacionadas con conductas
que marcaron nuestra infancia y
forjaron en nosotros rasgos de un
carácter intolerante o inseguro.
3. Trabajemos en el mejoramiento de nuestras dificultades. Esto exige de
nuestra parte una dosis de
humildad para reconocer nuestras
falencias, aceptar que
los resultados emocionales
en nuestro interior dependen solo de nosotros y no de los demás; de manera que si estamos
experimentando emociones negativas, el
cambio tenemos que hacerlo es en nosotros y no en los demás. Identificadas las
falencias y dependiendo de
la gravedad de
sus raíces podemos aplicar
acciones acordes a la
situación, en ocasiones es preferible
buscar una ayuda
profesional que nos pueda dar
las orientaciones adecuadas y
trabajar de forma acertada sobre las causas;
importante también el apoyo de
personas de confianza o pequeños grupos
que nos ayuden en los ejercicios
de mejoramiento.
Una
mejor manera de comunicarnos nos ayudará a tener mejores
relaciones laborales con nuestros
superiores aun cuando no estemos
de acuerdo con sus planteamientos, los cuales tendremos que respetar y cumplir. Y también una mejor relación
con nuestros colegas y subalternos
cuando estén en desacuerdo con nuestras
ideas y decisiones, quienes
podrán tener una visión diferente; y nosotros
la responsabilidad de
decidir ya sea teniendo, o no, presente
sus perspectivas. Siempre nos
vamos a encontrar con esta
realidad: jefes con los que no estamos
de acuerdo y subalternos que no
están de acuerdo con nosotros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario