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lunes, 7 de diciembre de 2015

Formación y desarrolo: LA MIRADA 10/90: UN PROBLEMA DE VISIÓN QUE VA MÁS ALLÁ DE LOS OJOS.


“Todo depende  de  los  ojos con que se mire”


(Eduardo Punsent)



La mirada 10/90:  un problema  de  visión que  va más  allá  de  los  ojos. 


Muchas personas en la vida hemos  experimentado que al  hacer algo nos hemos  equivocado  en  un punto de lo que teníamos que hacer; de  manera  que  el  10% quedó  por mejorar y el  90% lo realizamos  bien; sin embargo la reacción de  nuestro conyugue, compañero de trabajo, jefe, amigo  o líder  espiritual es de crítica  centrada en  el 10% por  mejorar, olvidando el 90% que realizamos bien; lo que termina generando  en nosotros una  sensación de frustración o malestar; especialmente cuando esta situación es reiterativa.

Esa  tendencia a  enfocarse  en lo negativo, o en las  debilidades  de los  demás, ignorando la otra parte positiva es lo que yo he denominado la  mirada 10/90; actitud  que manifiesta  un excesivo  perfeccionismo o una exigencia intolerante hacia las  fallas  de los demás;  centrándonos  solo en lo que no está bien e ignorando  todo lo bueno que  la  otra persona  ha  realizado.

Podemos  comprobar que  cuando somos vistos y tratados  con la mirada 10/90  experimentamos una  sensación de  frustración y molestia; por  ello; conocedores  de lo desagradable que  es  ser analizados  solo por  lo  negativo,  lo primero que  hemos  de  hacer es comenzar  a cambiar nuestra mirada a una mirada 90/10; es  decir mayor  concentración en lo positivo que  en la falencia; en consecuencia comencemos  por cambiar nuestra mirada si queremos que los demás la cambien con nosotros, pues  al respecto decía Jésús: “Así que, todas las  cosas que  queráis  que  los hombres  hagan con vosotros, así también vosotros haced  con ellos; porque  esto es  la  ley  y  los  profetas”.

Dice  Pablo en la  carta  a los Filipenses: “Nada  hagáis  por contienda o por vanagloria, antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores  a sí mismos”. En tal sentido es necesario esforzarnos por aprender a dar adecuada retroalimentación a los  demás, lo cual implica tener como base el amor, la humildad y la estima; tratando al otro con afabilidad de modo que manifestemos misericordia y busquemos su bien y crecimiento integral; pues este es el fin de la  corrección fraterna; antes que  hundir al otro  en sus  debilidades se trata  de ganarlo.

Fundamentados en la humildad  y el amor; una manera  de dar retroalimentación es comenzar  diciendo algo  bueno  de la  otra persona, para después hacer  énfasis con precisión y claridad  en lo que hay que mejorar, o en la  falla,  terminando siempre  con un aspecto positivo y una  recomendación; así la  otra persona no sentirá  que  se  le ha llamado para atacarlo y  la  conversación terminará  con una emoción positiva.

Cuando nos centramos excesivamente en lo negativo de la  otra persona es importante analizarnos a nosotros mismos, ya que  dicía también Jesús: “De la  abundancia  del corazón habla la  boca”; en tal sentido nuestras expresiones, palabras y actitudes son el reflejo  de aquello que hay en nuestro  corazón y que muchas veces nos cuesta aceptar,  y por ello terminamos rechazándolo en las  otras personas; nos  centramos en la  paja  del ojo  de la  otra persona para no analizar  la  viga  que  hay  en el  nuestro. En términos  de la  psicología, el psicólogo Carl Jung lo denominaba la sombra que  actúa  en el inconsciente y que  se  refleja mediante la culpa en la cual  rechazamos en los  demás  aquello que no aceptamos en nosotros mismos.

Es necesario que nos esforcemos por cambiar nuestra manera de ver a los demás; si cambiamos  el lente cambiamos la  percepción que tenemos de la otra persona, cambiamos  nuestros juicios sobre  sus  acciones y por ende nuestra manera  de relacionarnos  con ella. 

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