Búsqueda, adoración y ofrenda
(Mateo 2, 1-12)
El
pasaje bíblico es utilizado en
la liturgia católica, en el
contexto de la solemnidad de la epifanía del
Señor, una de las grandes celebración que se
destacan en el tiempo de la
Navidad. Desde el punto de vista bíblico, el pasaje es propuesto
por el evangelista Mateo con la
finalidad de abordar aspectos determinantes sobre la infancia de
Jesús.
La
mención de lugares y personajes
del tiempo, permiten establecer una relación de Jesús con el contexto histórico
del momento. Dice al respecto Joseph Ratzinger en su libro
la infancia de Jesús: “Con la mención
del rey Herodes y el lugar
del nacimiento, Belén, encontramos aquí una neta determinación del contexto histórico. Se
indica aquí un personaje bien conocido
de la época y un lugar geográfico fácilmente reconocible”. Estos datos permiten hacer referencia a la persona
de Jesús, su infancia y por ende su existencia
histórica.
No
obstante el evangelista, no solo pretende presentar un dato histórico sobre la
existencia de Jesús, sino que también
trasciende en significación teología. ¿Qué quiere contarnos el evangelista? ¿Un acontecimiento histórico, una leyenda, una reflexión teológica
dramatizada sobre el alcance universal
del nacimiento del Salvador?(Luis Alonso Schökel, la Biblia de nuestro pueblo).
En
tal sentido el pasaje aborda aspectos
teológicos como: el
cumplimiento de la promesa
mesiánica, el Mesías tenía
que nacer en Belén; la manifestación
de Dios a la humanidad en el nacimiento de
Jesús, plenitud de la revelación; además toca otros aspectos como la
respuesta universal de acogida al Mesías,
por parte la comunidad pagana, representada en los
magos que se desplazan hasta
salir al encuentro con Jesús. Los magos representan otras culturas y otros lugares (Los tres
continentes conocidos por entonces: África, Asia y Europa) que confluyen en la búsqueda
de Jesús como rey universal.
Agrega
Ratzinger sobre los magos: “Más tarde se
ha relacionado a los tres reyes
con las tres edades de la vida del hombre: la juventud, la edad madura y la vejez. También esta es una idea razonable, que hace
ver cómo las diferentes formas de la vida humana encuentran su
respectivo significado y su unidad
interior en la comunión con Jesús.
Por otro
lado, también, está
la actitud de negación y rechazo a la manifestación de Dios,
representada en Herodes y toda Jerusalén, quienes comenzaron a temblar cuando los magos
preguntaron por el lugar donde había nacido el rey de los judíos.
Aparecen
otras simbologías como la estrella
que guía a los
magos, Dios se manifiesta en el cosmos, la creación conduce a Dios, pero el conocimiento que brota de la
creación y se concretiza en las
religiones también puede perder la orientación correcta, por eso necesitan;
para encontrar el camino hacia Jesús, la
indicación de las Sagradas Escrituras,
la palabra de Dios.
ENSEÑANZAS.
Ante
la manifestación de Dios que
sale al encuentro de la humanidad y de manera plena lo ha
hecho en la encarnación de su
Hijo en la persona de Jesús, tenemos dos opciones de responder.
1.
Aceptación de la revelación, a ejemplo de los magos, lo cual implica:
·
Salir. Es decir, cambio de mentalidad, renuncia de
todo aquello que nos separa de
Dios y que corresponde una
mentalidad vieja en la que vivíamos antes de conocerlo. No es posible asumir
un proceso de camino hacia Dios si
no hay una salida.
·
Emprender el camino. La fe
es un camino que exige
desplazarnos, es decir ponernos
en acción para avanzar y
salir en la búsqueda de Dios
que se nos revela. Caminar es
salir de la pasividad e inercia
de nuestra fe, es
crecer en la experiencia de Dios
en la medida que somos capaces de conjugar
conocimiento y vivencia de la fe.
·
Buscar. El ser humano está en permanente búsqueda en la vida, todos los
avances de la humanidad en el fondo son un resultado de la búsqueda
insaciable del hombre, no obstante, seguimos buscando y solo en Dios encuentra
el hombre las respuesta de aquello
que busca.
·
Dejarse guiar. Tener una guía en el camino es un factor fundamental en la vida para llegar a nuestro destino, Dios se
vale de diversos
medios para guiar nuestra
vida, pone su estrella y nos orienta en el camino a través
de los acontecimientos, la creación y
su Palabra, lo importante está en
que seamos capaces
de dejarnos guiar; es decir, vencer nuestras terquedades en la vida y estar
abiertos a la comunicación con Dios para descubrir sus orientaciones que
nos conducen hasta él.
· Ofrecer a Dios nuestros
dones.
Dios no
ha dado abundancia de bendiciones
y especialmente el don preciado de su amor en el Hijo. Preguntémonos ¿cuál
es nuestra ofrenda
para él? en mi búsqueda y caminar, ¿Qué
dones he preparado para ofrecer?
·
La adoración y alabanza. Nuestra ofrenda, ha
de estar acompañada de una actitud de adoración y alabanza que manifiesta nuestro reconocimiento de Jesús como el rey y
señor de nuestras vidas. En tal sentido cobra
valor nuestra ofrenda ya que
deja de ser una entrega
que busca manipular o comprar la
conciencia, para convertirse en
una auténtica ofrenda de donación absoluta a quien todo lo merece de
nosotros.
2. El
rechazo a la manifestación de Dios.
En los personajes del evangelio vemos las dos
actitudes de rechazo, por un lado está
el rechazo de los poderosos quienes presumen de desplazar
a Dios y buscan su anulación con
el fin de usurpar ellos el puesto
de Dios; y por el
otro, está la
actitud de quienes se encuentran sometidos al dominio de los poderosos de este mundo y se dejan manipular, dando una respuesta masificada e inconsciente de negación y desprecio hacia Dios.
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