“ La mayor
gloria en la vida no consiste en no caer, sino en levantarnos cada vez que
caemos”.
(Nelson
Mandela)
Aunque
nuestra principal búsqueda sea
la felicidad, lleno está el camino de
duros momentos que se ciernen sobre nuestros hombros como
noches obscuras o duros golpes
que estremecen nuestras vidas y
en ocasiones parecen derribar nuestros cuerpos aunque firme se mantenga nuestro
espíritu.
Punzante entra
hasta lo profundo de nuestra alma,
una soledad confusa y vacía que nos deja en el incierto y el olvido, cual cadáveres que
yacen en sepulcro. La palabra hiriente cargada de veneno nos
roza queriendo destruirnos, acompañada por un firme dedo que señala nuestra herida y una carcajada hipócrita que resplandece a nuestra espalda.
La mirada de
desprecio, el pensamiento displicente se atraviesan en nuestro camino.
El recuerdo del error que se
mantiene en la mente de nuestros jueces, nos rotula
según sus clasificaciones como parte de una categoría inferior.
Si, si, duras
escenas tiene este drama de la
vida, pero mantenerse firme, no vacilar ante el verdugo, doblar la espalda pero no el espíritu, perder
la sangre pero no la esperanza, dar una sonrisa con amor, dejar que triunfe el perdon, es la
fuerza para cruzar ese túnel largo
y obscuro que nos pone
el destino, no dejar morir la
esperanza, sentirse fuerte y dueño
de sí aunque el adverso crea habernos comprado, sentirse completos
aunque el sayón crean habernos desquebrajado,
sentir volar el alma libremente, aunque
el guardia crea habernos encarcelado. Somos dueños de nuestros sueños,
propietarios de nuestras esperanzas y sentimientos, próceres de nuestra libertad.
Sentir que la libertad no está fuera
de sí, que la paz y el perdón se llevan en el interior
de cada
ser humano, que somos dueños de nuestro destino y capitanes de nuestra alma, fue la convicción que le permitió a Nelson Mandela ser un gran signo de libertad, justicia,
paz y perdón para la humanidad.
Con gran aprecio y respeto recuerdo en
esta ocasión a ese gran personaje
que ha
dejado su huella en nuestras memorias, y veo en su actitud
un testimonio de valentía, y un ejemplo
de no dejarnos vencer por las
adversidades de la vida. Cada ser humano lleva su propia
historia y en ella sus propios sufrimientos, cada uno a su medida pero lo importante está en afrontar la vida con
esa actitud valiente, libre y esperanzadora.
Comparto en esta ocasión el poema INVICTUS, texto de William
Ernest Henley, utilizado por Nelson Mandela como fuerza de inspiración durante su tiempo
prisión.
INVICTUS
Desde la noche que sobre mí se cierne,
negra como su insondable abismo,
agradezco a los dioses, si existen,
por mi alma invicta.
Caído en las garras de la circunstancia,
nadie me vio llorar ni pestañear.
Bajo los golpes del destino,
mi cabeza ensangrentada sigue erguida.
Más allá de este lugar de lágrimas
e ira yacen los horrores de la sombra,
pero la amenaza de los años,
me encuentra, y me encontrará, sin miedo.
No importa cuán estrecho sea el camino,
cuán cargada de castigo la sentencia.
Soy el amo de mi destino;
soy el capitán de mi alma.
(William Ernest Henley)
Desde la noche que sobre mí se cierne,
negra como su insondable abismo,
agradezco a los dioses, si existen,
por mi alma invicta.
Caído en las garras de la circunstancia,
nadie me vio llorar ni pestañear.
Bajo los golpes del destino,
mi cabeza ensangrentada sigue erguida.
Más allá de este lugar de lágrimas
e ira yacen los horrores de la sombra,
pero la amenaza de los años,
me encuentra, y me encontrará, sin miedo.
No importa cuán estrecho sea el camino,
cuán cargada de castigo la sentencia.
Soy el amo de mi destino;
soy el capitán de mi alma.
(William Ernest Henley)
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