La indiferencia ante la
necesidad de los demás es la expresión más
sínica del egoísmo.
El milagro de la
provisión abundante de Dios.
(Mt. 14, 13-22)
El
pasaje bíblico está situado después
de que Jesús
pasa por dos situaciones difíciles. Experimenta el rechazo de la gente en su propia tierra(Mt.13,53-58) y se
entera de la muerte de Juan
el Bautista, el precursor del
Reino, quien ha muerto al
ser decapitado por Herodes (Mt. 14,1-12). En ese
contexto de acontecimientos Jesús decide irse
solo a orar; no obstante, una gran multitud
le sigue y se da
lugar al milagro de la
multiplicación de los panes.
El
pan es signo de alimento y por ello
es signo del sustento de la persona, no se refiere
estrictamente al producto hecho con harina y puesto al horno, Jesús mismo dijo que no solo de pan vive el hombre, sino de toda
palabra que sale de la
boca de Dios (Mt 4,4). En su sentido
más amplio tener el pan para el sustento del ser humano implica tener alimento, techo, educación, recursos naturales, justicia, paz y tener la libertad de vivir
una experiencia de relación con Dios,
todo en el fondo es creación de la
Palabra que sale de la
boca de Dios que ha creado todo para que la humanidad pueda tener
lo necesario para vivir. Así lo
relata el libro del Génesis: “ Y
dijo Dios que exista…” (Gn 1,1-31).
Por
ende, multiplicar el pan, es dejar que lleguen a todos, los
recursos necesarios para vivir dignamente como personas. Dios ha
multiplicado los bienes para todos y
el milagro de Jesús
es la muestra de que
Dios es el proveedor de
todos y nos da lo necesario hasta el punto de sobrar. El hecho de
que en el milagro hayan comido cinco
mil hombres(sin contar mujeres y niños) y hayan sobrado doce canastos es el
reflejo de que la provisión de Dios
es mayor a la
necesidad de la humanidad; no obstante nos podemos
preguntar ¿Si Dios da de sobra por qué hay tanta
gente que carece de alimento, de un techo y de lo mínimo para vivir? La respuesta a
esta pregunta brota de
las barreras del egoísmo que muchos ponemos para impedir
que los bienes de Dios lleguen a los demás.
La
respuesta la podemos
encontrar en el hecho de que sí
haya suficiente para todos, pero pocos tienen
mucho y muchos no tienen nada. Hay pocos que
tienen mucho a cuesta de quitar a los que tienen poco, a cuesta del egoísmo,
la corrupción y la ambición que se disfraza en ideologías, en sistemas y políticas
que impiden que los más débiles y pobres puedan tener
algo.
En
tal sentido el pasaje de hoy nos
da unas pautas importantes para vencer la barrera del egoísmo y
dejar que el milagro
de la PROVISIÓN ABUNDANTE DE DIOS llegue a todos.
1.
La compasión es el primer paso para vencer la barrera del egoísmo.
El pasaje bíblico expresa que Jesús sintió
compasión por la gente, sin despedirlos cuando caía la tarde y no tenían que comer. De
esa compasión brota el milagro que responde a la necesidad de la multitud. Por ende, sentir
compasión es comprender el dolor y la
necesidad del otro, es tener empatía con
el que sufre, tomando conciencia de
su necesidad. Sentir compasión es
estar con el otro en el momento difícil
y no abandonarlo o desentenderse de su
problema venciendo así la indiferencia
que es la expresión más sínica del egoísmo.
2.
Compartir desde lo que tenemos con la
mirada puesta al cielo. El texto bíblico dice que alguien tenía
cinco panes y dos pescados, y los puso a
disposición de Jesús quien los
tomó en sus manos y miró al
cielo. Poner a disposición y mirar al cielo es
comprender que todo es don de
Dios, que de El proviene y nos da para todos, mirar al cielo es mirar con fe para superar la mirada
humana que es
limitada, incrédula, egoístas y se
fundamenta sobre criterios terrenales, basados en ideologías y
políticas humanas. Sin la mirada al
cielo es imposible multiplicar, pues al mirar al cielo el corazón se llena de
fe, generosidad y el amor caritativo que supera el egoísmo.
3.
Dar gracias es signo de satisfacción. El texto narra que después de mirar
al cielo con los panes en las
manos, Jesús dio gracias. Quien da
gracias a Dios comprende que
todo proviene de El, comprende que
por amor de Dios
ha recibido y por ello ha
de compartir con otros. El que agradece
manifiesta su satisfacción de lo que ha
recibido a diferencia del insatisfecho
que es egoísta, nunca está contento con
lo que tiene, siempre ambiciona más, y no comparte porque
nada es suficiente para su ambición.
4.
Somos
instrumento que Dios usa para
distribuir sus bienes.
Jesús se
valió de los discípulos para
que repartieran los panes y los pescados a la
gente, si los discípulos se
hubieran quedado con los panes y
pescados, estos bienes no habrían llegado a su
destino. En tal sentido todos
nosotros hemos recibido
dones que tenemos que
hacer llegar a los demás
para que tengan una vida digna.
Dios nos da dones para que compartamos y nosotros solo somos administradores de esos
bienes, no son para nosotros
solamente ni son de nuestra propiedad; por ende, el que enseña tiene la
tarea de hacer llegar la provisión del conocimiento al que no sabe,
el que es funcionario público de
hacer llegar los recursos y servicios al pueblo, el medico compartir la
salud con el que la necesita y el evangelizador hacer llegar
el mensaje de salvación. Ser buenos administradores de los bienes implica realizar bien nuestra labor en la vida, hacerlo con
honestidad sin corrupción y sin mediocridad ya
sea en el trabajo, en la familia,
en una obra de altruismo o en cualquier
contexto, si lo hacemos bien estamos
permitiendo que la multiplicación
de los
bienes de Dios, lleguen a quienes los
ha destinado.
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