No sentimos miedo porque
nos hundimos, nos hundimos
porque sentimos miedo.
(Mt. 14, 22-33)
El
pasaje bíblico es un texto cargado de
simbolismos que representa la difícil
misión de los discípulos de Jesús, y las dificultades que tuvo que afrontar la comunidad de los primeros cristianos
después su muerte y resurrección. Por otra parte, representa el liderazgo de Pedro, porta voz de la
comunidad de los creyentes, “tú eres Pedro y sobre esta
piedra construiré mi Iglesia” (Mt. 16,18-19); su profesión de fe, es la
profesión de toda una comunidad que a pesar de las dificultades reconoce a Jesús
a través de los milagros que
realiza en medio de ellos.
La barca
es la imagen de la
Iglesia o comunidad de los creyentes;
las olas
y los vientos contrarios
son el simbolismo de las
fuerzas del mal, la angustia
y la muerte. Así se representa la difícil
situación por la que pasaba
la comunidad a
la que se está dirigiendo Mateo.
Los discípulos van delante ya que Jesús los
envió solos, y la barca
está distante de la orilla; esto representa
la manera como los creyentes se sienten después de la muerte de Jesús, creen que está lejos y los ha
abandonado, por ello sienten miedo y se sienten amenazados por las adversidades: “estaban los discípulos con las puertas
cerradas, por miedo a los judíos” (Jn.20,19); la hora en
la que
Jesús se aparece y calma la
tempestad es casi en el amanecer, la
hora de la resurrección, la hora
en la que Dios actúa: “el
primer día de la semana muy temprano, cuando todavía estaba
muy oscuro…” (Jn 20,1-10); el hecho de
que Jesús aparezca caminado
sobre las aguas y calme la tempestad demuestra que Él
tiene poder sobre
la muerte y sobre el mal, así como apareció el ángel sentado sobre
la piedra en la tumba de Jesús,
Dios tiene potestad sobre la muerte(Mt. 28,2), sobre la
enfermedad (Mt.9,29), sobre los espíritus del mal (Mt.8,28-34); Él está por encima de todo.
Si
Pedro que representa la comunidad se ha hundido después de haber
caminado unos pasos, es porque
la comunidad de los creyentes ha dado
pequeños pasos en la fe después de ver
los milagros de Jesús, pero el
miedo y la falta de
confianza les hace perecer y
sentir que se hunden cuando tienen que afrontan
las adversidades de la fe, esta
actitud ya la había relatado Mateo cuando los discípulos dijeron que seguirían Jesús
a donde fuera; no obstante, cuando iban
en la barca y
llegó la tempestad, sintieron miedo (Mt. 8, 18-27).
ENSEÑANAZAS.
1.
La fe en Dios implica alegrarnos con sus milagros y mantener la confianza en la adversidad. Cuando emprendemos un proyecto y
las cosas marchan bien nos llenamos de entusiasmos y apostamos por ese proyecto, pero quizás cuando las
cosas se ponen difíciles
empezamos a dudar y decidimos dejarlo por no afrontar la adversidad. En el
campo de la fe nos puede pasar lo mismo.
Es fácil reconocer a Dios cuando vemos sus milagros, cuando nos llenamos de emociones por las alegrías de la vida, cuando los vientos soplan a nuestro favor, y está bien que así lo hagamos; sin embargo, es necesario mantenernos firmes en la adversidad cuando las cosas no son favorables para nosotros y el mundo nos pone a prueba. La fe es reconocer a Dios en la alegrías de la vida pero también su presencia en los momentos duros de nuestra existencia; quizás nos identificamos con el comportamiento de los discípulos que después de ver un milagro se llenaban de emoción, pero cuando llegaba la dificultad dudaban de la presencia de Jesús en medio de ellos; no obstante la Palabra de Dios nos invita a mantener la fe, aun cuando la barca de nuestro viaje pareciera hundirse.
Es fácil reconocer a Dios cuando vemos sus milagros, cuando nos llenamos de emociones por las alegrías de la vida, cuando los vientos soplan a nuestro favor, y está bien que así lo hagamos; sin embargo, es necesario mantenernos firmes en la adversidad cuando las cosas no son favorables para nosotros y el mundo nos pone a prueba. La fe es reconocer a Dios en la alegrías de la vida pero también su presencia en los momentos duros de nuestra existencia; quizás nos identificamos con el comportamiento de los discípulos que después de ver un milagro se llenaban de emoción, pero cuando llegaba la dificultad dudaban de la presencia de Jesús en medio de ellos; no obstante la Palabra de Dios nos invita a mantener la fe, aun cuando la barca de nuestro viaje pareciera hundirse.
2.
No sentimos miedo porque nos hundimos, nos
hundimos porque sentimos miedo. Ciertamente que todos en algún momento de nuestra vida hemos
sentido miedo, y es normal, ya que este hace parte de nuestras emociones
y nuestra naturaleza humana; sin embargo cuando el miedo se apodera de nosotros es
porque tenemos ausencia
de fe en Dios, y la falta
de fe nos
paraliza y nos hunde en nuestro caminar. Pero cuando ponemos nuestra
mirada firmemente en Jesucristo,
podemos sentir que en nuestra vida acontecen situaciones extraordinarias,
situaciones que para nosotros parecían imposibles, ya que tener la mira
puesta en Él nos permite tener
dominio sobre las fuerzas del mal, llenarnos de confianza para vencer la
adversidad y caminar sobre las olas del mal, no porque lo hagamos nosotros, sino porque es Él quien lo hace en nosotros, es El
quien nos lleva con su mirada
infundiéndonos seguridad. En tal
sentido, no es el hundirnos ante las
situaciones difíciles de la vida
lo que nos genera miedo,
sino los miedos los que generan
situaciones difíciles que nos hacen
hundir.
Todo aquello que no somos capaces de superar, las barreras de nuestra vida, los pasos que no nos atrevemos a dar son el resultado de nuestros miedos, son el resultado de una ausencia de fe, pero si abrimos la puerta a la fe no habrá lugar al el miedo ya que donde hay fe no hay miedo.
Todo aquello que no somos capaces de superar, las barreras de nuestra vida, los pasos que no nos atrevemos a dar son el resultado de nuestros miedos, son el resultado de una ausencia de fe, pero si abrimos la puerta a la fe no habrá lugar al el miedo ya que donde hay fe no hay miedo.
3. Los
que se montan en la barca de Jesús nunca
viajan solos. Al
alejarnos de la
orilla de nuestras seguridades podemos sentir que
vamos solos en el
viaje de
la vida arriesgándonos en la aventura
de la fe; sin embargo no es
así, si decidimos viajar en
la barca
de Jesús, su Iglesia, nuca vamos
a estar solos, Él
siempre nos acompañará, solo
que a veces nos cuesta
reconocerlo, si analizamos su Palabra
podemos confiar que Él siempre estará
ahí, especialmente en los momentos difíciles
para darnos ánimo, para
que descubramos que nos
viajamos solos. “Yo estaré
con ustedes siempre, hasta el fin del mundo” (Mt. 28,20)
Es probable que hayamos pasado por algún momento duro de nuestra vida, que hayamos sentido que todos nos abandonaron, pero ¿Será que Dios también nos abandonó? De seguro que NO, si estamos en su barca y aclamamos a Él, encontraremos su respuesta. Así que NO hay porque dudar ¡Ánimo! En su barca nunca estaremos solos.
Es probable que hayamos pasado por algún momento duro de nuestra vida, que hayamos sentido que todos nos abandonaron, pero ¿Será que Dios también nos abandonó? De seguro que NO, si estamos en su barca y aclamamos a Él, encontraremos su respuesta. Así que NO hay porque dudar ¡Ánimo! En su barca nunca estaremos solos.
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