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La vida es un caminar...
y cada día que pasa un avanzar.

viernes, 8 de agosto de 2014

Píldoras del evangelio: NO SENTIMOS MIEDO PORQUE NOS HUNDIMOS, NOS HUNDIMOS PORQUE SENTIMOS MIEDO.

No sentimos miedo porque nos  hundimos, nos  hundimos  porque sentimos miedo.
(Mt. 14, 22-33)


El pasaje  bíblico es  un texto  cargado de  simbolismos que   representa la difícil  misión de los discípulos  de Jesús, y   las dificultades que  tuvo  que afrontar la  comunidad de los primeros   cristianos después  su muerte  y resurrección. Por  otra parte, representa el liderazgo de  Pedro, porta voz de  la  comunidad  de los  creyentes, “tú eres Pedro y sobre  esta piedra construiré mi Iglesia” (Mt. 16,18-19); su profesión de  fe, es la  profesión de  toda una  comunidad que a pesar de  las dificultades reconoce  a  Jesús a través de  los  milagros que  realiza en medio de  ellos.

La  barca  es  la imagen de  la  Iglesia o  comunidad de  los  creyentes; las  olas  y los  vientos  contrarios  son  el simbolismo de las fuerzas  del mal, la  angustia  y la muerte. Así se  representa  la  difícil situación por la  que  pasaba  la  comunidad  a  la  que se  está dirigiendo Mateo.

 Los discípulos van delante ya que Jesús los envió solos,  y  la barca  está distante  de la orilla; esto representa la manera como los creyentes se sienten después  de la muerte de  Jesús, creen que está lejos y los  ha  abandonado, por ello sienten miedo y se sienten amenazados por  las adversidades: “estaban los discípulos con las puertas  cerradas, por miedo a los  judíos” (Jn.20,19); la  hora  en   la que  Jesús  se aparece  y calma la  tempestad es casi en el amanecer, la  hora de la resurrección, la hora  en la que Dios actúa: “el primer  día  de la semana muy temprano, cuando todavía estaba muy oscuro…” (Jn 20,1-10); el hecho de  que Jesús  aparezca   caminado  sobre  las  aguas y calme la  tempestad demuestra  que  Él tiene  poder  sobre  la muerte y  sobre  el mal, así como apareció el ángel  sentado sobre  la piedra en la  tumba  de  Jesús, Dios  tiene potestad  sobre la muerte(Mt. 28,2), sobre la enfermedad (Mt.9,29), sobre  los espíritus  del mal (Mt.8,28-34); Él  está por encima de todo.

Si Pedro que  representa  la comunidad se  ha hundido después  de haber  caminado unos  pasos, es porque la  comunidad  de los creyentes  ha  dado pequeños pasos en la fe después  de ver los milagros  de Jesús,  pero  el miedo  y la falta  de  confianza les  hace perecer y sentir que  se  hunden cuando tienen que  afrontan  las  adversidades de la fe, esta actitud  ya la  había relatado Mateo  cuando los discípulos dijeron que seguirían Jesús a donde  fuera; no obstante, cuando iban en la  barca  y  llegó la tempestad, sintieron miedo (Mt. 8, 18-27).

ENSEÑANAZAS.

1.    La  fe en Dios implica alegrarnos con sus milagros  y mantener la confianza en la  adversidad. Cuando emprendemos un proyecto y las  cosas marchan bien nos llenamos  de entusiasmos y apostamos  por  ese  proyecto, pero  quizás  cuando las  cosas  se ponen difíciles empezamos  a  dudar y decidimos  dejarlo por no afrontar la adversidad. En el campo de la fe  nos puede  pasar lo mismo.
   
    Es  fácil  reconocer  a Dios cuando  vemos  sus  milagros,  cuando nos llenamos de  emociones  por  las  alegrías  de  la  vida, cuando  los  vientos  soplan a nuestro favor, y  está  bien que  así  lo hagamos; sin embargo, es necesario  mantenernos  firmes  en la  adversidad  cuando las  cosas  no  son favorables  para nosotros y el mundo nos  pone  a prueba. La  fe  es reconocer  a Dios  en la  alegrías de  la  vida pero  también su presencia en los momentos  duros de nuestra  existencia; quizás  nos identificamos con el  comportamiento de los discípulos  que  después  de ver un milagro se  llenaban de emoción, pero  cuando  llegaba la  dificultad dudaban de  la presencia de Jesús  en medio de  ellos; no obstante  la  Palabra  de Dios nos invita a  mantener  la fe,  aun cuando la  barca  de nuestro  viaje pareciera  hundirse.

2.    No sentimos miedo porque nos  hundimos, nos  hundimos  porque sentimos miedo. Ciertamente que todos  en algún momento de nuestra  vida hemos  sentido miedo, y es normal, ya que este hace parte de nuestras emociones y nuestra naturaleza humana; sin embargo  cuando el miedo se apodera de nosotros  es  porque  tenemos  ausencia  de  fe en Dios, y la  falta  de  fe  nos  paraliza y nos  hunde en nuestro  caminar. Pero cuando ponemos nuestra mirada  firmemente  en  Jesucristo, podemos sentir que en nuestra  vida  acontecen situaciones extraordinarias, situaciones que  para nosotros  parecían imposibles, ya que  tener la mira  puesta  en Él nos permite tener dominio sobre las  fuerzas  del mal, llenarnos  de confianza para  vencer la  adversidad y caminar sobre las olas del mal, no porque lo hagamos  nosotros, sino porque  es Él quien lo hace en nosotros, es  El  quien nos  lleva con su  mirada  infundiéndonos  seguridad. En tal sentido, no es el  hundirnos ante  las  situaciones difíciles  de la  vida  lo que nos  genera miedo, sino  los miedos los que generan situaciones difíciles  que nos hacen hundir.

    Todo aquello que no somos  capaces  de superar, las barreras  de nuestra  vida, los  pasos  que no nos  atrevemos a  dar son el  resultado  de nuestros miedos, son el resultado de una  ausencia  de  fe, pero si  abrimos  la puerta  a la  fe no  habrá  lugar  al   el miedo ya  que donde  hay fe no hay  miedo.

3.    Los que se montan en la barca  de  Jesús nunca  viajan solos. Al  alejarnos  de la  orilla  de nuestras  seguridades podemos  sentir que vamos  solos  en  el viaje  de  la  vida arriesgándonos  en la aventura  de la fe; sin embargo no es  así,  si decidimos viajar en la  barca  de  Jesús, su Iglesia, nuca  vamos  a  estar  solos, Él  siempre nos  acompañará, solo que  a veces nos  cuesta  reconocerlo, si analizamos  su Palabra  podemos confiar que Él siempre estará ahí, especialmente en los momentos  difíciles para  darnos  ánimo, para  que  descubramos  que nos  viajamos  solos. “Yo estaré  con ustedes siempre, hasta el fin del mundo” (Mt. 28,20)
     
     Es probable  que  hayamos  pasado  por  algún momento duro de nuestra  vida, que hayamos  sentido  que  todos nos  abandonaron, pero ¿Será  que Dios también nos abandonó? De  seguro que NO,  si estamos  en su  barca y  aclamamos a Él, encontraremos  su  respuesta. Así que NO hay porque dudar  ¡Ánimo! En su barca nunca  estaremos  solos. 

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