Más allá del mínimo.
(Mateo 5, 17-37)
El
pasaje lo podemos comprender
dentro de un contexto
de controversia de Jesús
con los fariseos y
escribas, en el cual cuestionaban
a Jesús su interpretación de la ley acusándole de no cumplirla; en tal sentido, el evangelista San Mateo escribe a una comunidad
muy diversa(cristianos de origen judío y otros
de origen pagano) que llegó
confundirse con las acusaciones hechas a Jesús, por ello el
escritos Sagrado busca aclarar
la confusión utilizando
cuatro antítesis sobre las enseñanzas
de Jesús en las que
cita los precepto de
los antiguos y los supera en exigencia yendo más allá
del legalismo y cumplimiento de la letra muerta, para trascender
al verdadero fin de la
ley que está orientado al amor
a Dios y al prójimo.
ENSEÑANZAS.
1. La
vida cristiana marca un alto
nivel de exigencia en el cumplimiento
de la ley de Dios que va más allá
del estándar o patrones mínimos de comportamiento social, religioso o ético. El sentido de la vida
cristiana que Jesús enseña implica asumir el espíritu de la
ley que conlleva a un estilo
de vida en el
cual lo que importa es hacer el bien a
los demás de la misma manera que
esperamos se nos haga
a nosotros, no porque nos lo exija la
ley, sino porque nos mueve el
amor a Dios y a los demás.
2. En la
vida cristina, en cuanto a hacer el
mal a los demás, no
basta la materialización del
hecho en contra del otro, sino
que cuenta consentir la mala intención que hay en
el corazón, movida por el odio y presencia del demonio
que nos hace sentir deseos e impulsos de dañar a
otra persona. El hecho
de consentir y alimentar las malas intenciones ya es
participación del pecado.
3. Ante la inclinación de experimentar en la vida la
presencia del mal y consentir
los deseos y actitudes desordenadas que
nos hacen daño y dañan a los demás; Jesús propone la capacidad
de tomar decisiones para eliminar o cortar aquello que aun sintiéndose
como parte de la vida, tal como lo es un ojo, un brazo o una pierna, es necesario erradicar de nosotros, aunque cueste y
duela cortar; pero su eliminación trae a posteriori un bien trascendental.
4. Queda
claro de manifiesto que el pecado
no está en sentir, sino en consentir
los deseos y pensamientos que están orientados a
hacer daño a los demás; por ende,
nuestra tarea consiste en ser capaces
de identificar y cortar, o
eliminar, deseos y sentimientos, para no
consentir ni materializar el mal contra el prójimo.
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