No es verdad que la gente pare de perseguir sus sueños
porque sean mayores, se hacen mayores porque dejan de perseguir sus sueños.
(Gabriel García Márquez)
El mayor adversario de un sueño está dentro del soñador.
Una característica de
sentirse vivo es
experimentar esa fuerza interior que nos mueve a luchar por
algo, es tener la
visión de alcanzar significado y trascendencia en la vida. Para ello es fundamental descubrir
los sueños que le dan propósito y sentido a nuestra existencia; pues la falta de
sentido en la vida es una de las principales causas de suicidio en el
mundo ya que una vida sin sentido no tiene sentido vivirla.
La
Biblia en el libro del Génesis nos narra la historia de un hombre llamado José, el hombre de los sueños; quien al
contar a sus hermanos los sueños que había tenido fue burlado, rechazado, traicionado y
vendido; no obstante, nada de lo que le
hicieron impidió que se cumplieran sus sueños, ni las acciones de sus hermanos en
contra de él, ni las adversidades
que encontró luego en su camino
impidieron que su sueño se hiciera realidad.
Tener
sueños trascendentales que le den sentido y propósitos a la vida implica saber
que nada será fácil, que en el camino vamos a encontrar adversarios de
sueños que se manifestarán
en forma de personas y situaciones. Como
José que encontró el primer obstáculo en sus hermanos; todos vamos a encontrar esos asesinos
de sueños muchas veces en el círculo más cercano de nuestra convivencia, las personas que nos rodena que
con sus palabras y pensamientos negativos matan las ilusiones de
los demás, a veces de
forma consciente y otras sin darse
cuenta.
Cuando
emprendemos la realización de un sueño hemos de saber que la razón para
luchar y conseguir ese sueño no está fuera de nosotros, no está en las
otras personas, ni en las situaciones del entorno que se nos presentarán en el
camino ya que siempre vamos a encontrar adversidades,
siempre vamos a encontrar personas que
nos dirán que estamos equivocados, que
lo que estamos soñando no es posible, nos
dirán que no podemos hacerlo, nos pondrán barreras para que no luchemos ni hagamos realidad
nuestro sueño; encontraremos adversarios
de sueños.
Siempre
me ha llamado la atención en la historia de éxito de grandes
personajes de la Biblia, del mundo de los negocios, del arte, la ciencia o la
literatura; la manera como estas personas fueron capaces de anteponerse a las adversidades que iban en
contra de sus sueños; fueron capaces de vencer los asesinos de sueños que encontraron en el camino; por
ejemplo Moisés el gran libertador de la
esclavitud de Israel; el primer
asesino que tuvo que vencer lo encontró dentro de sí mismo, en su propio miedo
e inseguridad personal; luego siguió enfrentando adversidades en sus mismos
familiares y compatriotas, hasta llegar a enfrentar y superar las resistencias
del faraón para ver cumplido su sueño y su misión.
En
el caso de Moisés podemos ver que el proceso de vencer los adversarios de sueños comienza de dentro hacia
fuera, comienza superando las adversidades interiores que se encuentran
en nuestros temores e inseguridades personales para ir venciendo las que están fuera de nosotros; mientras no hayamos vencido
nuestros barreras interiores no podremos vencer las barreras exteriores, pues
el mayor adversario de un sueño es el soñador. Cuando hacemos el proceso desde
afuera hacia dentro, tenemos mayor probabilidad de ver asesinados nuestros
sueños; ya que dejamos de ser protagonistas y responsables para convertirnos en
víctimas de los demás y de las situaciones; descargamos la responsabilidad en la situaciones externas y echamos la culpa a los demás de nuestro fracaso cuando realmente el asesino más
fuerte lo llevamos dentro de nosotros mismos.
Tener
un sueño no es garantía de verlo realizado ya que mientras
no emprendamos la lucha de vencer nuestros asesinos interiores, para
estar fuertes en la lucha contra los
asesinos exteriores, nuestros
sueños no dejarán de ser más que sueños.