COMPARTIENDO CONOCIMIENTO





La vida es un caminar...
y cada día que pasa un avanzar.

lunes, 29 de febrero de 2016

Formación y desarrollo: EL MAYOR ADVERSARIO DE UN SUEÑO ESTÁ DENTRO DEL SOÑADOR.


No es verdad que la gente pare de perseguir sus sueños porque sean mayores, se hacen mayores porque dejan de perseguir sus sueños.

(Gabriel García Márquez)



 El mayor adversario de un sueño está  dentro del soñador.

Una  característica  de  sentirse  vivo es experimentar  esa  fuerza interior que nos  mueve a luchar  por  algo,  es tener  la  visión de alcanzar significado y trascendencia  en la vida. Para ello es fundamental descubrir los sueños que le dan propósito y   sentido a nuestra  existencia; pues la  falta de  sentido en la vida es  una  de las principales causas de suicidio en el mundo ya que una vida sin sentido no tiene sentido vivirla. 

La Biblia en el libro del Génesis  nos  narra la historia de un hombre  llamado José, el hombre de los sueños; quien al contar a  sus  hermanos los sueños que había  tenido fue burlado, rechazado, traicionado y vendido; no obstante, nada de  lo que le hicieron impidió que se cumplieran sus sueños, ni las acciones de sus hermanos en contra de  él, ni las adversidades que  encontró luego en su camino impidieron que su sueño se hiciera realidad.

Tener sueños trascendentales que le den sentido y propósitos a la vida implica saber que nada  será  fácil, que en el camino vamos  a encontrar adversarios  de  sueños que  se manifestarán en  forma de personas y situaciones. Como José que encontró el primer obstáculo en sus hermanos; todos  vamos a encontrar  esos asesinos  de sueños muchas  veces  en el círculo más  cercano de nuestra  convivencia, las personas que nos  rodena que  con sus palabras y pensamientos negativos matan las ilusiones de los  demás, a veces  de  forma consciente  y otras sin darse cuenta.

Cuando emprendemos la realización de un sueño hemos de saber que la  razón para  luchar y conseguir ese sueño no está fuera de nosotros, no está en las otras personas, ni en las situaciones del entorno que se nos presentarán en el camino ya que  siempre vamos a encontrar adversidades, siempre  vamos a encontrar personas que nos dirán  que estamos equivocados, que lo que estamos soñando no es posible, nos  dirán que no podemos hacerlo, nos pondrán barreras para que  no luchemos ni hagamos  realidad  nuestro  sueño; encontraremos adversarios de sueños.

Siempre me  ha llamado la  atención en la historia de éxito de grandes personajes de la Biblia, del mundo de los negocios, del arte, la ciencia o la literatura; la manera como estas personas fueron capaces de  anteponerse a las adversidades que iban en contra de sus sueños; fueron capaces de vencer los asesinos de  sueños que encontraron en el camino; por ejemplo Moisés el gran libertador de la  esclavitud de  Israel; el primer asesino que tuvo que vencer lo encontró dentro de sí mismo, en su propio miedo e inseguridad personal; luego siguió enfrentando adversidades en sus mismos familiares y compatriotas, hasta llegar a enfrentar y superar las resistencias del faraón para ver cumplido su sueño y su misión.

En el caso de Moisés podemos ver que el proceso de vencer los adversarios de  sueños comienza de  dentro hacia  fuera, comienza superando las adversidades interiores que se encuentran en nuestros temores e inseguridades personales para  ir venciendo las que están fuera  de nosotros; mientras no hayamos vencido nuestros barreras interiores no podremos vencer las barreras exteriores, pues el mayor adversario de un sueño es el soñador. Cuando hacemos el proceso desde afuera hacia dentro, tenemos mayor probabilidad de ver asesinados nuestros sueños; ya que dejamos de ser protagonistas y responsables para convertirnos en víctimas de los demás y de las situaciones; descargamos la  responsabilidad en la situaciones externas y echamos la culpa a los demás de nuestro fracaso cuando realmente el asesino más fuerte lo llevamos dentro de nosotros mismos.

Tener un sueño no es  garantía de verlo  realizado ya que  mientras  no emprendamos la lucha de vencer nuestros asesinos interiores, para estar fuertes en la lucha contra los  asesinos exteriores,  nuestros sueños no dejarán de ser más que sueños.


jueves, 7 de enero de 2016

Formación y desarrollo: LA PORCIÓN DE LA COSECHA ES LA MEDIDA DE LA SIEMBRA.

“Da lo que tienes para que merezcas recibir lo que  te  falta”.
(Agustín de Hipona)



La porción de  la cosecha es la medida de la siembra.

Con el paso del tiempo he  ido comprendiendo que  la  vida  es una constante  siembra en la que  el ser humano cada  día recoge  los  frutos  de  lo que ha sembrado en sus  días pasados. De manera  especial las  relaciones interpersonales, con Dios y consigo mismo son una siembra permanente  en la  que  podemos  ver los  frutos de lo que hemos sembrado y  cultivado;  al respecto me impacta un verso  de la  Biblia en la segunda  carta de Pablo a los Corintios que  dice: “El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra  generosamente, generosamente  también segará”; por  eso lo que  damos a otros a nosotros nos  lo damos; y lo que negamos a los demás, a nosotros nos lo negamos.

Cada  vez que dedicamos tiempo estamos sembrando. Dedicar  tiempo a  Dios es  sembrar  en nuestra  vida de fe, dedicar  tiempo a las personas es cultivar las relaciones interpersonales, dedicarnos tiempo para nosotros mismos es cultivar nuestro desarrollo personal.

En las relaciones interpersonales el tiempo que dedicamos a otras personas para escucharlas, saludarlas e  interesarnos por  ellas es una  siembra que  fortalece la  relación, que permite cultivar en el corazón de la  otra persona un valor trascendental  mediante el cual podremos recoger los frutos en cualquier momento de la vida.

Muchas veces servimos a otras  personas o damos una ayuda desinteresada a  alguien  sin recibir  nada  a cambio y erróneamente podemos pensar que no tiene ningún significado lo que hemos  hecho; no obstante, todo lo que hacemos tiene que ver con el proceso de  causa efecto, si damos a otros nos  damos  a nosotros  mismos, porque lo que  compartimos nos  produce frutos espirituales y materiales, por algo  dice también la Biblia en el libro de los Hechos: “Hay más  alegría en dar que en recibir”.

En el mismo sentido aplica  esta  ley espiritual con el efecto contrario, cuando somos  mezquinos recibimos  mezquindad, el mal que hacemos a otros es el mal que nos hacemos,  lo que le  quitamos  a  otros no lo quitamos  a nosotros mismos porque  así serán  lo frutos  que vamos  a  recoger.

El bien que  recibimos en esta  vida y el gozo de disfrutar  el bien recibido,  es el  fruto de lo que sembramos y  cultivamos día  a día, y este  principio no tiene  atajos, como el campesino que no puede  exigirle  tomates a un árbol que no ha sembrado y regado, nadie  puede exigirle los  frutos a una relación que no ha cultivado, equivocadamente muchas veces buscamos  recibir  sin dar, y esto es tan ilógico como decirle a una planta que  cuando nos  dé frutos entonces la  sembramos y la regamos, ¿Tendría sentido pretender que ella nos dé frutos y después sembrarla y cuidarla?

 En el campo de la fe Dios nos da el mayor ejemplo, él nos amó primero y no porque nosotros le hayamos amado primer a  él, pero si no le amamos y cultivamos nuestra relación con El, no podemos experimentar  el gozo de su amor y los bienes de una  vida  abundante que se experimentan mediante una  estrecha  relación de  fe con El, es decir si no regamos el árbol no podemos saborear los  frutos que este  nos ofrece.

 Quizás esté pensando que  ha servido a  muchas personas y estas nunca le sirven a usted, que usted hace el bien a alguien y esta persona no le trata igual. Permítame  decirle que el principio no se ha dejado de cumplir y usted no ha perdido su siembra.

¿Alguna  vez  ha  recibido un bien, una  ayuda o servicio de  alguien que no conoce, de alguien que sin usted  esperar le ha permitido recibir los frutos  de un árbol que no ha  sembrado? Pues justamente esos frutos son los frutos de lo que usted ha sembrado en otros, porque  de esta manera opera la abundancia del bien, de esta manera es como circulan los frutos, pues si solo sirviéramos, ayudáramos o compartiéramos con los que nos  sirven, ayudan o comparten con nosotros viviríamos en un círculo cerrado, la abundancia de los  bienes estaría  limitada y encerrada. 

lunes, 28 de diciembre de 2015

Formación y desarrollo: MIRADA CON VISIÓN MÁS QUE VER TRASCENDER.

“Visión es  ver con el ojo de la mente lo que es posible en las personas, en los proyectos en las causas y en las empresas. La visión se  produce cuando nuestra mente relaciona posibilidad y necesidad”.
(Stephen Covey)



Mirar con visión: más  que ver es trascender.

Desde que  comencé a despertar interés y a leer la historia de algunas personas de éxito en la vida, empecé a encontrar  una actitud que les caracteriza en su manera  de mirar el mundo; es  decir, su capacidad de tener una visión transformadora, una  visión que penetra  la  realidad y les permite  mirar mucho más de lo que ve  el resto de la humanidad.

Jesús  el más grande  líder en la historia  de la  humanidad reflejaba su actitud  visionaria en su misión y manera de relacionarse con las personas, lo cual le permitió ver en hombres sencillos como Pedro, Santiago y Andrés más que hombres rústicos y pescadores, hombres líderes claves para el desarrollo de  su misión; en los pobres y pecadores  no vio la pobreza y el pecado, sino una oportunidad de  salvar, sanar y restaurar  la  vida  de aquellas personas para cumplir su misión y glorificar a quien lo había  enviado; de ahí que decía: “No he venido a  buscar justos y sanos  sino pecadores y enfermos”.

Dicen del gran escultor Italiano Miguel Ángel Buonarotti que cuando tomaba en sus  manos  un bloque  de mármol, él no  veía lo mismo que  el resto de las personas; mientras  los  demás  veían un simple bloque  de mármol; el veía una  escultura que ya  estaba en su mente  y lo único que tenía que hacer  era quitarle  las partes de mármol  que le   sobraban para que esta saliera  a los ojos de la humanidad.

En tal sentido, en eso consiste una  mirada  con visión, en ver no lo que  los  ojos  físico nos permiten mirar; sino,  descubrir  lo que está mucho más  allá de la realidad inmanente para descubrir  lo que  otros no han visto en la realidad trascendente.

Cuando tenemos una mirada que trasciende centramos nuestras energías como Jesús en el propósito y cumplimiento de la  misión;  o  como Miguel Ángel  en la escultura y no en el desecho que impide que esta salga a  relucir. En el camino siempre encontraremos los opositores de la misión o los residuos y sobrantes que impiden ver la  escultura que ya tenemos en nuestra mente.

La actitud de ser visionario está fundamentada en el principio de la creación que nos  dice  que  toda realidad material es  creada dos veces, primero en la mente en el mundo de las ideas y luego en el mundo material. Conectados con el propósito y la visión surge la acción que materializa lo que ya  ha sido creado en la mente.

Una mirada  con visión es  lo que  permite  al  empresario ver en un problema una  oportunidad  de negocio, al científico un proyecto de investigación, al artista una  obra de arte, al creyente una oportunidad de elevar una plegaria al creador.

En mi experiencia personal he podido comprender que tener una visión es lo que me permite ver que mi trabajo y negocio  es mucho más que simples  productos,  servicios y clientes; tener una mirada con visión me permite ver una manera de agradar al creador, ver sueños  hechos realidad,  ver el bien que  realizo a  la  humanidad con mi proyecto, ver la  sonrisa que puedo sacar del rostro de un niño o la mirada alegre de una personas que ha mejorado su calidad de  vida.

He entendido entonces que un mundo lleno de problemas, con cambios de paradigmas y circunstancias difíciles de las cuales nos sentimos asustados, necesita hombres y mujeres con miradas de visión capaces de  emprender proyectos transformadores, hombres y mujeres con visión para ponerse grandes metas y luchar por ellas, para ser verdaderos  líderes capaces de influenciar su entorno generando cambios de mentalidad  que conlleven a  la humanidad a sentirse responsable de su porvenir para dejar de quejarse y sentirse victimas de su destino. 

miércoles, 23 de diciembre de 2015

Formación y desarrollo: BASTA UN POCO DE HUMILDAD PARA APRENDER DE LOS DEMÁS.

“Nunca he encontrado una persona tan ignorante de la que no pueda aprender algo”.
(Galileo Galilei)




Basta un poco de humildad para aprender de los demás.

El aprendizaje  es un proceso  continuo en el que todos  los  días  podemos aprender y por ende crecer de manera integral ya sea para ser  más  productivos en el trabajo, para desarrollar mejor nuestro nivel de liderazgo  como para incrementar nuestra capacidad de  relacionarnos con las  demás personas.

Todos necesitamos  aprender ya que no somos perfectos sino perfectibles en cuanto  estamos en permanente proceso de  perfeccionar cada área de nuestra vida. El conocimiento y el aprendizaje es un proceso dinámico que  está en constante movimiento; notros aprendemos  de otros y  otros aprenden de nosotros, por eso cada situación de la vida es una  gran oportunidad para aprender algo de  otras personas. En mi proceso de crecimiento personal he tenido la  fortuna de conocer y relacionarme con  personas que teniendo mayor conocimientos y experiencias que yo, en diversas áreas de la vida, reflejan una actitud y disposición para aprender algo de mí, gesto de humildad que a su vez genera en mí un efecto búmeran, ya que me incita  de forma instantánea,  al deseo e interés por  aprender mucho más de ellas.

En tal sentido, es fundamental tener una actitud de  humildad que nos permita aprender  de los demás, aun de  aquellas personas que  erróneamente  podamos considerar que  no tienen nada que enseñarnos. Estar abiertos al aprendizaje siendo capaces de escuchar con atención a los demás, tener la  capacidad  de recibir  consejo,  retroalimentación o una  sugerencia,  es el reflejo de una  verdadera  actitud de aprendizaje.

Muchas veces sentimos temor de aprender de otros porque creemos que nos haremos vulnerables y por ende vamos  a perder  prestigio o estatus, nos cerramos a  la posibilidad de aprender  de otras personas porque nos consideramos sabios olvidando que el  sabio no es el que  cree que  lo sabe  todo, sino aquel que aumenta cada  día  su sabiduría en la escuela  de la vida, es el que  ha desarrollado el arte  de  vivir aprendiendo de  todos  los  que lo rodena; por  eso la persona sabia es humilde, está en permanente  crecimiento y con su actitud siempre  enseña  a los que lo rodean.

Al  contrario del hombre sabio, el soberbio considera que lo sabe todo, se cierra a la  posibilidad de  aprender  de los  demás y  por ende se cierra  a la posibilidad de crecer y aprender más.

Que importante es preguntarnos cada noche al finalizar  nuestra jornada ¿Qué  he aprendido hoy? ¿Qué personas me han dejado un aprendizaje para mi vida? Hacernos estas preguntas nos ayuda a hacer de la  vida una verdadera  escuela de aprendizaje y crecimiento.



sábado, 12 de diciembre de 2015

Formación y desarrollo: NO PONGA SU FOCO EN EL NO. ENFÓQUESE EN LA META.



“El modo de  dar  una vez en el clavo es dar  cien veces  en la herradura”.
(Miguel de Unamuno)



No ponga su foco en el NO, enfóquese en la meta. 

Alcanzar  las  metas que nos hemos establecido para cumplir nuestra visión es  un proceso que requiere  de tiempo y perseverancia. El tiempo de dicho proceso puede  ser corto como también  muy largo, hasta toda una vida, todo depende de nuestra motivación y compromiso con las metas y la acción; por eso, tan importante  como establecer un plan adecuado  y actuar, es tener resistencia al NO; ya que cuando esta  falla disminuye  la acción y se pierde el propósito. 

En tal  sentido, nuestra perseverancia será  tan fuerte como tan fuerte  sea nuestra  resistencia al rechazo. Cuando la resistencia al rechazo aumenta este disminuye; mantenerse en la lucha  sin darse  por  vencido es esencial  para  alcanzar  el éxito de nuestra  visión. Cada  vez  que alguien nos  dice NO; entes que entristecernos hemos de  pensar que ya estamos más  cerca del SÍ, pues cada NO que  superamos es una barrera menos en nuestro camino. 

Por  la naturaleza de nuestro  cerebro reptiliano que nos preserva  del  peligro,  el NO  de  los  demás  es  recibido como una amenaza que atenta contra notros, de modo que una  reacción muy común es huir. Es decir que si alguien nos  dice NO abandonamos nuestras metas, dejamos las  cosas tiradas y no continuamos. Sin embargo; nuestro cerebro en un nivel superior también tiene  la  capacidad de tomar  una decisión diferente y nos permite analizar, transformar, desechar o buscar nuevas alternativas ante  cualquier obstáculo que se nos presenta en la  vida. La cuestión consiste en no reaccionar con el nivel más básico de nuestro cerebro sino trascender  cada  situación y responder con un nivel superior.

Necesitamos entender que  realizar  nuestra misión y avanzar hacia la consecución de nuestra visión implica afrontar una serie  de resistencias, rechazos y fracasos que  se manifiestan en formas de NO provenientes de las  personas y situaciones  que  encontramos en nuestro camino.

Que interesante  es mirar  la historia y darse cuenta que todas las personas que  han llegado  al éxito en la vida dejando una huella en el mundo del arte, la  ciencia, la  literatura, los negocios, la fe y muchos  otros  campos  de la vida y  la sociedad;  tuvieron que  afrontar el NO que  se anteponía a sus sueños. El más  grande  líder  en la historia  de la Humanidad, Jesús de Nazaret, consiente de  esta realidad, y habiéndola vivido él mismo,  preparó a  sus  discípulos para que afrontaran el rechazo en el ejercicio de su liderazgo diciéndoles: “ Y si alguno no os  recibe, ni oyere vuestras palabras, salid de aquella casa o ciudad, y sacudid el polvo de vuestros pies”. Jesús sabía  que no todas aquellas personas a quienes se iban a dirigir sus  discípulos estarían  dispuestos a escucharlos y a recibirlos.  


Por ende, para salir de la tendencia a estar  lamentándonos y  frustrados por los obstáculos que se nos presentan en la  vida es clave  entender que  el NO es  parte  del proceso que hemos de recorrer en el cumplimiento de nuestra visión; lo cual implica quitar el enfoque del NO que nos han dado para concentrar más bien  la mirada en nuestras metas y  visión; es ahí  donde debemos mantener nuestra mirada llenándonos de fuerza para seguir actuando. 

lunes, 7 de diciembre de 2015

Formación y desarrolo: LA MIRADA 10/90: UN PROBLEMA DE VISIÓN QUE VA MÁS ALLÁ DE LOS OJOS.


“Todo depende  de  los  ojos con que se mire”


(Eduardo Punsent)



La mirada 10/90:  un problema  de  visión que  va más  allá  de  los  ojos. 


Muchas personas en la vida hemos  experimentado que al  hacer algo nos hemos  equivocado  en  un punto de lo que teníamos que hacer; de  manera  que  el  10% quedó  por mejorar y el  90% lo realizamos  bien; sin embargo la reacción de  nuestro conyugue, compañero de trabajo, jefe, amigo  o líder  espiritual es de crítica  centrada en  el 10% por  mejorar, olvidando el 90% que realizamos bien; lo que termina generando  en nosotros una  sensación de frustración o malestar; especialmente cuando esta situación es reiterativa.

Esa  tendencia a  enfocarse  en lo negativo, o en las  debilidades  de los  demás, ignorando la otra parte positiva es lo que yo he denominado la  mirada 10/90; actitud  que manifiesta  un excesivo  perfeccionismo o una exigencia intolerante hacia las  fallas  de los demás;  centrándonos  solo en lo que no está bien e ignorando  todo lo bueno que  la  otra persona  ha  realizado.

Podemos  comprobar que  cuando somos vistos y tratados  con la mirada 10/90  experimentamos una  sensación de  frustración y molestia; por  ello; conocedores  de lo desagradable que  es  ser analizados  solo por  lo  negativo,  lo primero que  hemos  de  hacer es comenzar  a cambiar nuestra mirada a una mirada 90/10; es  decir mayor  concentración en lo positivo que  en la falencia; en consecuencia comencemos  por cambiar nuestra mirada si queremos que los demás la cambien con nosotros, pues  al respecto decía Jésús: “Así que, todas las  cosas que  queráis  que  los hombres  hagan con vosotros, así también vosotros haced  con ellos; porque  esto es  la  ley  y  los  profetas”.

Dice  Pablo en la  carta  a los Filipenses: “Nada  hagáis  por contienda o por vanagloria, antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores  a sí mismos”. En tal sentido es necesario esforzarnos por aprender a dar adecuada retroalimentación a los  demás, lo cual implica tener como base el amor, la humildad y la estima; tratando al otro con afabilidad de modo que manifestemos misericordia y busquemos su bien y crecimiento integral; pues este es el fin de la  corrección fraterna; antes que  hundir al otro  en sus  debilidades se trata  de ganarlo.

Fundamentados en la humildad  y el amor; una manera  de dar retroalimentación es comenzar  diciendo algo  bueno  de la  otra persona, para después hacer  énfasis con precisión y claridad  en lo que hay que mejorar, o en la  falla,  terminando siempre  con un aspecto positivo y una  recomendación; así la  otra persona no sentirá  que  se  le ha llamado para atacarlo y  la  conversación terminará  con una emoción positiva.

Cuando nos centramos excesivamente en lo negativo de la  otra persona es importante analizarnos a nosotros mismos, ya que  dicía también Jesús: “De la  abundancia  del corazón habla la  boca”; en tal sentido nuestras expresiones, palabras y actitudes son el reflejo  de aquello que hay en nuestro  corazón y que muchas veces nos cuesta aceptar,  y por ello terminamos rechazándolo en las  otras personas; nos  centramos en la  paja  del ojo  de la  otra persona para no analizar  la  viga  que  hay  en el  nuestro. En términos  de la  psicología, el psicólogo Carl Jung lo denominaba la sombra que  actúa  en el inconsciente y que  se  refleja mediante la culpa en la cual  rechazamos en los  demás  aquello que no aceptamos en nosotros mismos.

Es necesario que nos esforcemos por cambiar nuestra manera de ver a los demás; si cambiamos  el lente cambiamos la  percepción que tenemos de la otra persona, cambiamos  nuestros juicios sobre  sus  acciones y por ende nuestra manera  de relacionarnos  con ella. 

domingo, 31 de mayo de 2015

FORMACIÓN Y DESARROLLO: ¿Víctima o responsable?

“La idea de asumir responsabilidad y hacerlo, hacer que suceda, encierra un gran poder”.
(Stephen Covey)



¿Víctima o  responsable?

Es  verdad  que  en muchas  ocasiones la  vida parece  conspirar  contra nosotros; la  adversidad  llegan  a  nuestra  casa  como  nuestra única  invitada, sentimos   que  los demás  quieren oponerse  a nosotros y  nos  hacen infelices, que las  demás personas y las  circunstancias  externas  son las  responsables  de que nuestra  vida  sea  fracasada. De  ahí  expresiones como: estoy  así  por  culpa  de…; tú eres  el culpable  de que yo…estas y muchas otras  expresiones  son el reflejo de nuestra manera  de pensar que la  infelicidad es por culpa  de  otras  personas,  y  las circunstancias que  nos  rodean.

Frente  a  la  realidad podemos  situarnos  desde  dos perspectivas  que son como  dos  tipos  de  lentes  con los  cuales podemos ver la  vida  de maneras  distintas.   La forma como veamos la vida  nos permite entender que  el  agua caliente  que endurece un huevo, es  el mismo agua  que  ablanda  una  zanahoria. En tal sentido, ante la  vida y sus  circunstancias podemos  sentirnos   víctimas o podemos  sentirnos   responsables. Ver  la vida  con los lentes  del victimización o ver la  vida con los lentes  de la  responsabilidad.

¿Qué  implica  afrontar la  vida  desde la  responsabilidad  y  no  desde el  victimización?
Para  responder  a  esta  importante  pregunta,   tendré  presente  algunos  aportes   y reflexiones desde  la  psicología, la  espiritualidad y la  filosofía entre muchas otras  disciplinas  que  buscan entender  el  comportamiento humano y  la  vida.

1.    No se  trata  de  que  no duela  la  realidad adversa, se  trata  de lo que hacemos  con el dolor, cómo reaccionamos  y  qué  hacemos  para  superar el dolor.

Encontrarse en medio de  situaciones adversas, enfrentar el  ataque  de una  persona  que  quiere  lastimarnos, experimentar las vicisitudes  de la  vida; son situaciones  que  dentro de un proceso normal suscitan  dolor o tristeza. Para no sentirlo  tendríamos que  ser maquinas  sin emociones ni sentimientos. La  clave de este proceso está en la  reacción que  cada persona puede  tomar para no dejarse hundir  por  el  dolor, para identificar  las oportunidades que  esa  situación trae consigo, para  buscar  el apoyo espiritual y humano  que le ayuden a superar  el dolor.

 En ese  espacio que  hay  entre  la  emoción, suscitada por un estímulo, y  la  reacción, es donde  entra  la responsabilidad, es  ahí donde  el ser humano  tiene la posibilidad  de  elegir cómo reaccionar, cómo seguir sintiéndose; elige  si se queda  con el dolor, si guarda  un resentimiento, si  guarda  odio o tristeza. Esto es lo  que  Víctor Frank llama  la libertad  última  del hombre.

2.    Mirar  la vida  desde el  amor y no desde  el  miedo. Cuando miramos  la  vida  desde  el amor vemos el mundo diferente; vemos el universo  lleno de oportunidades  y de bendiciones, miramos  el mundo  con abundancia, nos sentimos  responsables  de  construir, de servir, de contribuir  y de  compartir. Sentimos  que  el mundo no es  perfecto pero nos sentimos     responsables  de  contribuir  a su  transformación, somos conscientes que Dios nos  hizo administradores  de la  creación y nos dotó de  capacidades para  administrar y ser cocreadores  con responsabilidad.

Por el contrario,  cuando miramos  el mundo desde el miedo sentimos  que somos  víctimas  de las  desdichas, que nada  es suficiente, que  todo es  escaso, que  el otro es  un enemigo que  viene  en mi ataque, que  merecemos  que  todo esté  a nuestro favor y sí no es  así entonces somos  víctima de un mundo que confluye contra nosotros, por  eso nos  escondemos, nos paralizamos, somos reactivos  para  defendernos del que nos  ataca, o  sencillamente nos  sometemos  a las  circunstancias  de la vida porque  el mundo es  así  y nosotros somos  sus víctimas, condenamos a  vivir  sometidos.

3.    Ser proactivo  y no reactivo. La  carencia  de proactividad es en muchas  ocasiones   la  causa  de las  desdichas  de nuestra  vida, por  ello  quienes son   proactivos  son capaces   de  transformar  su  entorno,  de influir  sobre  los  que están a su lado  para  conllevarles  a  cambiar  todo aquello que les   afecta negativamente, la  proactividad anticipa la  dicha  y previene  la desdicha,  conduce  a una actitud  optimista frente  a la  vida buscando las oportunidades aun en las circunstancias más adversas.  Ser  proactivo es  ser  responsable es sentirse parte  del cambio, es sentirse comprometido con el  bien y  responsable  ante  el mal.

 Por  su parte la reactividad  conlleva a esperar  que  todo venga del  exterior,  conduce  a la  permanente  queja ante la  adversidad, quien es  reactivo  no mira las  vicisitudes  como  un reto,  sino  como una  injusticia que le hace    sentirse  víctima para permanecer pasivo  ante  el entorno.


En  sí  ser  víctima  o ser  responsable  es  una  elección humana. Ser  responsable es una  decisión de la persona  que  es  capaz  de  multiplicar  el  talento recibido por dios  sin llegar a  enterrarlo por  no  haber  recibido  diez, es multiplicar  el  talento recibido  haciendo de la  situación una  oportunidad  de  crecimiento, de  madurez y de  aprendizaje.